Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. Efesios 2:10 (NVI)

La fiesta sonaba maravillosa. Las personas de las que había oído que iban eran fáciles de tratar, increíblemente divertidas y todas tenían excelentes habilidades en la cocina. Y cuando vi la invitación pegada en la nevera de una amiga, sonreí ante la brillantez creativa.

El único problema fue que yo no recibí una.

Había revisado mi buzón de correo durante días.

Cada vez que caminaba por la entrada de mi casa con las manos vacías, me aseguraba a mí misma, aunque mi corazón se hundía, que mi correo siempre llegaba uno, dos o siete días después que el de los demás. No era gran cosa.

Pero tres días antes de la fiesta, cuando la invitación aún no había llegado, me quedé sin consuelo. Perdí el ánimo en mi entusiasmo. Y me di cuenta de que, en realidad, no estaba en la lista de invitados.

Inmediatamente, el pensamiento que se me vino a la mente y se quedó con una tenacidad de pegamento súper fuerte fue: no soy lo suficientemente buena.

Y luego me sentí patética. No quería sentirme así, pero así me sentía.

La inseguridad de la secundaria había vuelto para una visita no deseada, trayendo consigo todos los sentimientos extraños relacionados con el no soy lo suficientemente buena.

Sinceramente, pensé que a estas alturas de mi vida, estos sentimientos serían solo un recuerdo vago en mi pasado lejano. Entonces, ¿por qué todavía era una opción para una mujer adulta como yo sentirse como la niña solitaria de la secundaria que nunca fue invitada al baile?

Seguí reflexionando sobre esa afirmación que se asentaba en mi corazón: no soy lo suficientemente buena. Y finalmente, tuve una pequeña revelación.

“Lo suficientemente buena” es una declaración terrible. Nadie quiere que sus amigas digan: «bueno, lo que quiero decir es, eres lo suficientemente buena». Nunca querría que mi jefe o mis hijos simplemente dijeran: «eres lo suficientemente buena». Ningún niño querría que sus padres le dijeran: «eres lo suficientemente bueno». Absolutamente no.

Somos mejores que simplemente lo suficientemente buenas. Dios nos creó para ser personas que aprenden, exploran, crean, dan, se deleitan y aman. Él nos creó llenas de potencial y propósito. Él colocó Su maravilla completa dentro de nosotras para que pudiéramos ayudar a otros a descubrir que nuestro Dios es maravilloso.

Él nos creó para tender la mano, no para retirarnos.

Él nos creó para creer lo mejor antes de asumir lo peor.

Él nos creó para dar gracia libremente, reconociendo que nosotras mismas la necesitamos desesperadamente.

Dios nos creó para añadir bondad al mundo, ver lo hermoso y descansar en la seguridad de Su amor generoso por nosotras.

Nunca, jamás, ni por un segundo, nos miró Dios diciendo: «Mi objetivo es que esta sea simplemente lo suficientemente buena». Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.

Al fin y al cabo, no fui invitada a la fiesta. Pero no porque no fuera lo suficientemente buena.

Después de esta comprensión, decidí ver ese regalo de tiempo como una invitación especial del Señor para estar a solas con Él. Soñar con Él. Ser amada por Él. Acercarme a Él. Ser sostenida por Él. Como dice Santiago 4:8a, “Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes” (NBLA).

Cualquier cosa que te haga sentir “no soy lo suficientemente buena” hoy, ya sea debido a un rechazo reciente u otra razón, lee estas palabras: con Jesús, estamos seguras para siempre. Siempre aceptadas. Siempre sostenidas. Completamente amadas y siempre invitadas. La vida con Jesús es una gran historia de amor. Él no es un genio mágico al que acudimos ocasionalmente en busca de una pequeña dosis de ayuda divina. Él es aquel que nos calma, nos tranquiliza, elimina nuestro agotamiento y susurra:

Tu alma fue creada simplemente para estar Conmigo. Y cuanto más estés Conmigo, más dejarás de temer lo que el mundo pueda quitarte. Conmigo, eres libre de ser quien eres. Tu ser verdadero. El tú cuyo núcleo está alineado con Mi Verdad. El tú que no teme a las imperfecciones ni al rechazo porque la gracia los ha cubierto de la manera más hermosa.

Amiga, recibe estas palabras. Créelas con todo tu corazón. En verdad, eres muy amada.

Querido Señor, muchas gracias por Tu amor. Un amor que siempre da la bienvenida. Un amor que no rechaza ni descuida. Hoy elijo descansar y deleitarme en la verdad de Tu amor. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Salmo 139:17-18, ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena; al despertar, aún estaría contigo. (NVI)

¿Qué te hace sentir “no lo suficientemente buena” hoy? ¿Cómo te recuerdan estos versículos lo que Dios piensa de ti? Lee todo el Salmo 139 para obtener más información.

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