pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente presumiré más bien de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9 (NVI)

Los problemas del mundo se pueden sentir abrumadores en estos días. ¿Cómo encontramos descanso en la paz de Dios cuando nos sentimos tan fuera de control, y tan incapaces de hacer una diferencia?

Recientemente descubrí una metáfora de gran ayuda sobre descansar en quien Dios nos creó para ser en esta vida.

Mi papá y yo estábamos disfrutando de un viaje de padre e hijo a Noruega que habíamos deseado tomar desde hace mucho tiempo. Cerca del final de nuestro viaje, cenamos en un restaurante llamado Maren Anna en un pueblito pesquero cerca de la punta del archipiélago de Lofoten.

Esa noche acababa de caer una tormenta de nieve, así que éramos dos de las nueve personas que estaban cenando, además del gerente y el mesero. Afuera azotaba la tormenta, la mantequilla, el ajo y el pescado fresco recién sacado del agua perfumaban el aire, y nos rodeaba la charla tranquila de los otros comensales. Fue una comida para el recuerdo.

Cuando terminamos, me fijé en que había un piano contra la pared. Cada vez que veo un piano, tengo curiosidad por sentir las teclas, escuchar cómo suena. Para mí, un piano es como un ser vivo, como si cada piano tuviera un alma única. Le pregunté al mesero si podría tocar las teclas.

«Claro», dijo. «Puedes tocar música si quieres».

Ahora bien, no soy un buen pianista. No puedo leer música y tomé lecciones solo por un tiempo corto cuando era niño. Sin embargo, me encanta tocar. Esa noche en el restaurante, pensé que al fin y al cabo, nadie iba a escucharme. Discretamente, comencé a tocar una de mis canciones, perdiéndome en la experiencia.

Después de unos minutos, el restaurante se volvió silencioso. El lugar estaba ahora en silencio con la excepción de la canción que estaba tocando. Y así de pronto, una ola de nerviosismo chocó contra mí. Mis dedos empezaron a temblar y pensé en todos los errores que podía cometer. Casi dejé de tocar.

«No. No me voy a poner nervioso. Voy a tocar mi canción lo mejor que pueda», me susurré a mí mismo.

Y ahí, en aquel pueblo remoto, en medio de una tormenta de nieve, ocurrió un milagro personal. Sentí que una oleada de confianza me invadía mientras tocaba, y una presencia delicada parecía llenar el lugar. Cuando terminé mi canción, escuché a las 10 personas en el restaurante comenzar a animarme y aplaudirme. Todos sonreían, incluyendo a mi papá.

Después, mi papá me dijo: «Sabes, cuando estabas tocando ahí, se sentía como si la presencia de Dios estuviera llenando el lugar».

«¡Yo lo sentí!», contesté. «Me preguntaba si alguien más lo sentía también».

«Así fue», me aseguró. «Fue especial».

Cuando mi esposa, Sazan, y yo hablamos de ello después, nos dimos cuenta de que esa noche en Maren Anna contenía una verdad importante sobre el descanso en Dios: en Cristo, somos suficiente. No importaba que no fuera un concertista de piano. No importaba que no pudiera leer música aunque mi vida dependiera de ello. Nada de eso tiene algo que ver con lo que es ser suficiente.

La disposición de tomar algo simple, algo amable, algo que sale del corazón y ofrecerlo a Dios y a los demás, eso es suficiente. Dios promete que incluso en nuestra debilidad, Él basta. Él es suficiente. Él obra mediante cualquier ofrenda que podamos dar a los demás.

pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente presumiré más bien de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo (2 Corintios 12:9).

Tenemos grandes problemas en este gran mundo nuestro. No tenemos grandes soluciones ni recursos abundantes ni gran sabiduría para dar. Pero ¿qué pasaría si todos tocáramos nuestras canciones? ¿Qué pasaría si nos sentáramos a los pianos metafóricos de la vida y diésemos de corazón lo que tenemos para dar? Dios convierte nuestros pequeños sacrificios en algo poderoso para un mundo desesperado por la belleza, la paz y la compasión.

Si estás esperando el día en que sientas que eres suficiente, acércate. Ese día es hoy. Tú eres suficiente porque Dios es suficiente.

Descansa en eso.

Querido Padre celestial, gracias por amarme y recordarme diariamente que Tú eres suficiente. Tu amor me sostiene y revela mi identidad como Tu hijo. Es Tu amor que calma mi ansiedad, mis dudas y mi inseguridad. Tu amor me da descanso en medio del caos de la vida. No hay nada que pueda hacer para ganarme Tu amor o disuadirlo. Te alabo por eso hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

2 Corintios 12:10, Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte. (NVI)

¿Puedes pensar en alguna ocasión en que el poder de Dios se haya revelado a través de un momento de tu debilidad? ¿Cómo se sintió al descubrir la gracia suficiente de Dios?

¿Cómo piensas que Dios te está llamando a disminuir tu velocidad y ver Su amor por ti hoy? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

© 2023 por Stevie Hendrix. Todos los derechos reservados.

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