Y él respondió: «No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos». 2 Reyes 6:16 (NBLA)
Mi hermano tenía trece años cuando vi a un grupo de matones en bicicletas roderalo como buitres acechando a su presa. Le ganaban en fuerza y en número. Pensé que ese sería el final.
Pero luego, mi papá apareció en su auto, un Pontiac. Ni siquiera tuvo que bajarse de su auto; solo bajó la ventana y los miró con una mirada que decía: «atrévanse». Los matones se dispersaron como hacen los ratones cuando enciendes la luz.
Mientras oramos por nosotras mismas y por nuestros seres queridos, es fácil pensar en las fuerzas espirituales que nos rodean como acosadores amenazantes: demasiado fuertes para derrotarlos, demasiado astutos para burlarlos o demasiado escurridizos para atraparlos. El criado del profeta Eliseo se sintió de la misma forma cuando se vió rodeado de enemigos en 2 Reyes 6.
En 2 Reyes, Eliseo estaba realmente sacando de quicio al Rey de Aram. Cada vez que los arameos planeaban atacar a los israelitas, Eliseo profetizaba cuándo y por dónde vendría el ataque, lo que llevó a la derrota de Aram. Pensando que había un traidor entre sus hombres, el rey llamó a sus ministros y les reclamó: “—¿Quieren decirme quién está informando al rey de Israel? —Nadie, mi señor y rey —respondió uno de ellos—. El responsable es Eliseo, el profeta que está en Israel. Es él quien le comunica todo al rey de Israel, aun lo que usted dice en su alcoba” (2 Reyes 6:11-12, NVI). Así, el rey enfurecido envió un ejército a perseguir a Eliseo y su criado, rodeando la ciudad en la que se encontraban.
Me he sentido así antes, ¿y tú? Las circunstancias difíciles me presionan desde todos lados. Mi historia se va agrandando mientras yo me voy encogiendo. Clamo: «¡esto es demasiado para mí! Ya no puedo seguir haciendo esto. Ya no quiero ni salir de casa. ¿Dios, dónde estás? Tú prometiste que nunca me dejarías ni me abandonarías, pero si estás aquí, ¿porqué no haces nada? ¡Quiero salirme de esta historia!».
Honesta. Sin filtros. Un tanto vergonzoso de admitir. Despertamos en las mañanas y podemos sentir a nuestros enemigos a nuestro alrededor, rodeadas de problemas que no podemos resolver y personas que no podemos controlar.
Pero la fe de Eliseo era fuerte, le dijo a su criado: Y él respondió: «No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos». Eliseo entonces oró, y dijo: «Oh SEÑOR, te ruego que abras sus ojos para que vea». Y el SEÑOR abrió los ojos del criado, y miró que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo. (2 Reyes 6:16-17, NBLA).
Y ahí lo tienes: “Los que están con nosotros son más que los que están con ellos”. Eliseo sabía que había más poder y fuerza en la realidad invisible del ejército celestial de Dios, que en la realidad que podían ver del ejército del enemigo.
Fíjate que el pasaje no dice que Eliseo oró para que Dios enviara un ejército. Los ángeles guerreros en sus carros de fuego ya estaban ahí. Él simplemente oró para que su criado pudiera verlos.
Aunque quizás nunca veamos a los ángeles de Dios rodeando lo que nos rodea, podemos confiar en que están ahí. “Porque él ordenará que sus ángeles te protejan en todos tus caminos” (Salmo 91:11, NVI). Y lo más importante, Jesús mismo es nuestro Emanuel, Dios con nosotros, en cada situación. Siempre.
Señor de los ejércitos, te agradezco por Tus ángeles que están a mi alrededor y alrededor de Tu pueblo hoy. Aún cuando no puedo verlos con mis ojos, puedo confiar en que están ahí. Gracias que Tus ángeles están rodeando lo que sea que nos rodea a nosotras. No tengo que tener miedo. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Salmo 91:11, Porque él ordenará que sus ángeles te protejan en todos tus caminos. (NVI)
¿Por quién estás orando el día de hoy? ¿Cómo te alivia saber que el ejército de ángeles de Dios rodea todo lo que rodea a Su pueblo?
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© 2023 por Sharon Jaynes. Todos los derechos reservados.
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