Sé que el SEÑOR siempre está conmigo. No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado. Salmo 16:8 (NTV)
En la víspera de la Nochebuena me senté en el sofá tratando de contener las lágrimas mientras mis tres hijos adultos estaban frente a mí, con regalos en sus brazos, con caras que mostraban su preocupación.
Se dirigían a la casa de su abuela para la cena de Navidad, tal como lo habíamos hecho durante 25 años, pero este año era diferente. Mi esposo y yo nos habíamos separado unos meses antes; así que, por primera vez iban a la reunión navideña familiar sin mí.
Sabía que esto también era difícil para ellos, así que les aseguré que yo estaría bien y los animé a tener una visita agradable, pero por dentro el corazón me dolía. No sólo se sentía destrozada mi familia, sino que la Navidad se sentía destrozada y yo también.
Después de que se fueron, una profunda sensación de soledad flotaba en el aire, ahogando el fresco aroma a pino del árbol de Navidad. Las lágrimas que había estado conteniendo cayeron por mis mejillas.
Sin embargo, después de unos minutos, suspiré profundamente, me sequé las lágrimas y me senté derecha. Me recordé a mí misma las promesas de Dios en las Escrituras de estar conmigo siempre. Aunque mi esposo se había ido, mi Padre celestial nunca lo haría. Sabía que necesitaba volver a concentrarme en el hecho de que, aunque mi vida había cambiado, Dios seguía siendo el mismo.
En el Salmo 16, leemos acerca de una época en la que David también se sintió especialmente abandonado, olvidado y asustado. Cuando escribió este pasaje, probablemente estaba escondiéndose en el bosque, sabiendo que su enemigo, Saúl, y su ejército lo perseguían para matarlo. Sin embargo, en lugar de dejar que sus emociones lo sacudieran, David cambió su actitud y decidió intencionalmente volver a enfocarse en la presencia de Dios.
Vemos evidencia de esto en el Salmo 16:8, donde David dijo: “Sé que el SEÑOR siempre está conmigo. No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado”.
Podemos tomar la misma decisión que David cuando atravesamos tiempos difíciles. Cuando un cónyuge dice que se va. Un jefe dice que ya no nos necesita. Un ser querido o un familiar deja este mundo demasiado pronto. Una amiga nos traiciona. Al tratar de recoger los pedazos de nuestros corazones rotos, nos preguntamos si alguna vez volveremos a sentirnos completas y sin quebrantamientos.
Especialmente en el gozo y la celebración de la temporada navideña, las circunstancias que sacuden la fe pueden sacudirnos de manera muy similar a como le pasó a David. Pero incluso si esta temporada no se siente igual, podemos recordarnos que Dios nunca nos dejará ni nos abandonará. El mantener nuestro enfoque en Su presencia nos ayuda a sentirnos menos destrozadas y solas, nos equipa para manejar las emociones de las fiestas y nos prepara para estar listas espiritualmente para cualquier cosa que nos depare el futuro.
Señor, esta temporada es difícil y anhelo sentir Tu presencia a mi lado y verte obrando en mi vida. Ayúdame a tener confianza en que Tú siempre estás conmigo e infúndeme la esperanza y paz que no puedo encontrar por mi cuenta. Dame gozo en esta temporada de celebración de Tu nacimiento, sin importar mis circunstancias. En el Nombre de Jesús, Amén.
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No debería ser así por Lysa TerKeurst nos anima a recordar la bondad de Dios aun cuando nos preguntamos, ¿Qué hago cuando Sus tiempos parecen cuestionables, Su falta de intervención dolorosa, y Sus promesas dudosas? Podemos encontrar una fortaleza inesperada al aprender lo que es luchar bien entre nuestra fe y nuestros sentimientos.
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Salmo 94:19, Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. (NVI)
¿Sabes de alguna amiga o ser querido que esté pasando por un divorcio o por otra temporada difícil? Considera acercarte a ellas hoy para animarlas, invitarlas a tomar un café o simplemente darles un abrazo.
Si te sientes sola o perdida en estas fiestas, ¿cómo puedes orar para que Dios haga que tu corazón sea sensible a Su presencia? Nos encantaría escuchar de ti en los comentarios.
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