Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento. Colosenses 4:2 (NVI)
¿Reconoces la mano de Dios obrando a tu alrededor?
Hace unos meses, mi esposo y yo escalamos una montaña envuelta en neblina. Nuestra guía sacudió su cabeza una vez que llegamos a la cima y perdí toda esperanza de ver la vista por la que habíamos andado.
«¡Miren!» Entrecerré los ojos hacia el escarpado acantilado para distinguir las crestas blancas. Mientras mirábamos las olas chocar la costa, la neblina retrocedió como si una mano invisible estuviera recogiendo lana en un carrete. Quince minutos después, apareció toda la cala, revelando aguas cristalinas de color turquesa que estaban debajo.
«Oré por esto», susurró mi esposo, y no pude evitar sonreír. Dios escuchó sus oraciones y todo nuestro grupo de excursionistas se benefició.
«Dios nos ama tanto como para mostrar Su creación de esta manera», le dije.
«Qué regalo», respondió, y tarareamos en voz baja un himno reconociendo la majestad de Dios a nuestro alrededor.
«Ya era hora», refunfuñó un excursionista a nuestro lado.
¡Qué respuesta tan sorprendente a un milagro meteorológico! Mientras un hombre se regocijaba por el cuidado de su Padre, el otro se quejaba del momento oportuno del Todopoderoso. Lamentablemente, me he parecido a ese excursionista más de lo que quisiera admitir.
Los actos de bondad de Dios nos rodean todos los días, pero no siempre los reconocemos como tales. Por eso la Escritura nos instruye: “Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento” (Colosenses 4:2). Verás, la oración persistente no sólo mueve la mano de Dios, sino que prepara nuestros corazones para reconocer Su toque. Cuando oramos, es más probable que estemos expectantes a que Dios responda. Y cuando lo vemos moverse de manera poderosa, llegamos a confiar más en Él.
“La oración del justo es poderosa y eficaz” (Santiago 5:16b, NVI). Como prueba, Santiago 5:17-18 señala otro evento meteorológico milagroso: la oración del profeta Elías por una sequía de tres años y medio, seguida de lluvia. Para algunos, estos acontecimientos pueden parecer una coincidencia, pero para los hijos atentos de Dios, son un testimonio de Su cuidado amoroso.
Entonces, ¿cómo aprendemos a orar de manera poderosa? Comenzamos orando por pequeñas cosas y observamos a Dios responder de manera amorosa. No siempre como deseamos, sino siempre como Él quiere. Y Su voluntad para nosotras es siempre para nuestro bien. Cada vez que Dios responde una oración, nuestra fe en Él crece.
Me pregunto: ¿cuántos milagros nos hemos perdido durante el último año porque no estábamos observando?
Las Escrituras nos recuerdan que toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de Él (Santiago 1:17); cada deleite es un pequeño regalo de Aquel que nos ama más que la vida.
Así que oremos con denuedo este año. Seamos mujeres que notemos rápidamente las huellas de Dios a nuestro alrededor. Y convirtámonos en aquellas que damos gracias por cada respuesta a la oración, incluso cuando sea tan simple como que el clima mejore.
Padre celestial, ¡qué bondadoso eres al escuchar nuestras oraciones y actuar a nuestro favor! Abre nuestros ojos para ver Tu mano obrando a nuestro alrededor y suaviza nuestros corazones para que seamos prestas en alabarte. Queremos ser mujeres que oran en Tu poder, derramado en nosotras y a través de nosotras. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Santiago 1:17, Toda buena dádiva y toda perfecta bendición descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y quien no cambia ni se mueve como las sombras. (NVI)
¿Cuándo has visto a Dios responder una oración personal de una manera que te pareció grande, pero insignificante para los demás? ¿Cómo puedes crecer en reconocer y agradecer a Dios por Sus dones de gracia en tu vida este año?
¡Nos encantaría escuchar de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2024 por Asheritah Ciuciu. Todos los derechos reservados.
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