Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: «DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES». Santiago 4:6 (NBLA)

Me quedé mirando las sobras de varios días en el refrigerador, que semejaban a un experimento científico en vez de algo comestible, y las lágrimas empezaron a fluir. Había sido una de esas semanas. Una en la que me habían recordado mis defectos y mis deficiencias como mamá a la vuelta de cada esquina.

Los niños estaban peleando, la casa estaba hecha un desastre y yo apenas podía mantener a flote mi dolor crónico. Lo único que podía escuchar eran los murmullos: eres un fracaso como mamá. Todas pueden hacerlo bien menos tú.

Mientras me secaba las lágrimas, mi hijo me preguntó si me encontraba bien. Como no tenía las palabras para explicarle lo que estaba mal, le respondí rápidamente: «ha sido una semana difícil para mí».

Me tomó por sorpresa cuando mi hijo de inmediato respondió: «mamá, tú trabajas muy duro para nosotros, y casi nunca te demostramos lo mucho que lo apreciamos. Ven, Eli y yo te vamos a cuidar».

Me trajeron el spa de juguete para los pies de mi hija y la silla sacco para que me sentara. Masajearon mis hombros mientras trataban de alentarme.

En ese momento fue como si Dios me estuviera diciendo: Sarah, te veo… tus esfuerzos imperfectos, miedos, preocupaciones e inseguridades. Y estoy usando los mismos niños a los que tú crees que les estás fallando para recordarte que Yo estoy obrando en formas que no puedes ver. Mi gracia es mayor que tus fracasos, pecados y defectos como mamá.

Dios sabía que necesitaba el recordatorio de que Él me dio hijos no porque Él espera que sea una madre perfecta, sino porque Él quiere que yo sea un camino que los dirija a un Salvador perfecto.

Y me imagino que no soy la única que necesita ese recordatorio diariamente. Si tú eres mamá, Dios no te dio tus hijos y tus circunstancias porque Él pensó que podrías hacer malabares con un millón de platos sin dejar que se cayera uno. No, Él nos confío estos queridos niños a ti y a mí para llevarnos a dependencia en Él. Y al caer de rodillas en dependencia humilde, Su gracia, sabiduría y fuerza nos encontrará justo donde estamos.

Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: «DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES» (Santiago 4:6).

Hermana, si estás sintiendo el peso de tus defectos como mamá, descansa en esto: Su gracia es suficiente para ti hoy. Trae tus debilidades, inseguridades y tus batallas contra el pecado al Señor, cuya gracia y perdón son siempre mayores. Y al apoyarte en la gracia de tu Salvador, te convertirás en un conducto de esa gracia en las vidas de tus pequeños seres queridos que te han sido encomendados.

Sí, nos quedamos cortas como mamás cada día. Pero alabado sea Dios porque Él nos da más gracia.

Señor, anhelo amar y guiar bien a mis hijos pero con frecuencia me quedo corta en ser la mamá que deseo ser. Gracias porque Tu gracia es más grande que mis deficiencias. Ayúdame a descansar en esa verdad hoy. En Nombre de Jesús, Amén.

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