Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche. Entonces el SEÑOR le dijo a Elías: —¿Qué haces aquí, Elías? 1 Reyes 19:9 (NTV)
Como un niño pequeño en una tienda de juguetes, el Año Nuevo se acercaba, lleno de posibilidades para todo lo que nos espera.
Algunos años he llegado a las puertas de enero, ansiosa de planificar el año que viene. Pero cuando reviso mi plan en oración, me doy cuenta de que en algún momento me aparté del camino de Dios y comencé a correr por mi propio rumbo.
Mirando hacia atrás, esos fueron algunos de los momentos de mi vida en los cuales me encontraba en lugares oscuros de desaliento, anhelando escuchar la voz de Dios.
El profeta Elías conocía este dilema muy bien. Elías estaba predicando mensajes que el Señor le daba y realizando milagros poderosos, pero luego él siguió sus miedos y se fue corriendo por su cuenta, terminando en una cueva, anhelando escuchar de nuevo la voz de Dios (1 Reyes 17-19).
Me encanta la gentil autoridad de Dios en su respuesta al cambio de curso de Elías: “Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche. Entonces el SEÑOR le dijo a Elías: —¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Reyes 19:9).
Elías explicó que su vida estaba en peligro y que él sintió como si fuera el último seguidor de Dios que quedaba: “El SEÑOR le dijo:—Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el SEÑOR pasó… ” (1 Reyes 19:11, NTV). Elías presenció un vendaval, un terremoto y un gran fuego, pero Dios no estaba en ninguno de ellos; y después del fuego vino un suave susurro.
“—Regresa por el mismo camino que viniste y sigue hasta el desierto de Damasco. Cuando llegues allí, unge a Hazael para que sea rey de Aram—” (1 Reyes 19:15, NTV).
Mientras Elías escuchaba, el suave susurro del Señor lo tranquilizó y le dió una nueva esperanza y una nueva tarea, devolviéndolo al camino que había sido destinado para él.
Como Elías, a veces nosotras también nos encontramos corriendo en nuestra propia dirección, alejadas del camino de Dios, y terminamos en lugares oscuros de desaliento, anhelando escuchar la voz de Dios de nuevo. Mientras nos acercamos al umbral de la puerta de un nuevo año, evaluemos en oración nuestros planes, pidiéndole a Dios que nos revele las áreas en las que podríamos estar corriendo en nuestra propia dirección.
Oh, que escucháramos la dulce voz de Dios diciéndonos «¿Qué haces aquí?»
Si sientes el susurro del Señor en tu espíritu diciéndote que te has desviado del camino, querida amiga, ¡ánimo! Así como Dios gentilmente redirigió a Elías, regresa tú también al camino de donde venías, de regreso a donde aún escuchabas la voz de Dios hablando a tu vida. Escucha Su voz alentadora en tu tiempo a solas con Él, pídele sabiduría y dirección en cada uno de tus pasos.
El Guía confiable de tu vida es siempre fiel para guiarte en Su camino, perfectamente planeado para ti.
Querido Señor, gracias por ser mi Guía fiel. Por favor ayúdame a escuchar Tus susurros antes que cualquier otra cosa. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo...autoridad de Dios en Su respuesta... 32:8, El SEÑOR dice: «Te guiaré por el mejor sendero para tu vida; te aconsejaré y velaré por ti. (NTV)
¿En qué áreas de tu vida te estará preguntando Dios «¿Qué haces aquí?». Comparte con nosotras en los comentarios.
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