Devocionales

¿Cómo puedo saber lo que Dios quiere de mí?

Lysa TerKeurst 8 de febrero de 2024
Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos. Mateo 5:16 (NVI)

Cuando tomaba decisiones, suponía que siempre había una opción correcta, y que para mantenerme en la voluntad de Dios, yo debía descubrir exactamente cuál era esa opción.

Yo meditaba y oraba. Consultaba con mis amigas. Le preguntaba a Google. Leía la Biblia. Buscaba confirmaciones que me dirigieran en una dirección u otra.

Pero luego me puse a pensar: ¿Es realmente tan complicada la voluntad de Dios?

Es maravilloso consultar con amigas y buscar confirmación de parte de los demás, pero ¿y si Dios está más interesado en que le busquemos a Él, en vez de buscar respuestas?

Nosotras queremos grandes señales de dirección por parte de Dios. Dios solo quiere que le prestemos atención a Él y le consultemos a Él cuál es nuestro mejor “sí”, en medio de todas nuestras opciones.

Hace poco escuché una historia que me conmovió profundamente. Había sido un día ajetreado en un restaurante local, con muchos clientes yendo y viniendo. Pero en algún momento, un hombre se acercó a la gerente y le entregó una tarjeta. Él le dijo: «Esto es para tu equipo». Y con un nudo en la garganta, continuó diciendo, «Solo quería asegurarme de que ellos supieran».

El cliente, luego se dio la vuelta y se fue, mientras la gerente guardaba la tarjeta en el bolsillo de su delantal.

Más tarde, ella abrió la tarjeta dirigida a su equipo. Les estaba agradeciendo, no por su servicio, ni por su comida, sino por sus sonrisas.

El cliente explicaba que él había hecho planes ese día para quitarse la vida. Pero el regalo de las conversaciones sencillas junto a las sonrisas sencillas que recibió, le dieron a él, el regalo de la esperanza.

Cuando escuché esta historia, lloré. Algo se agitó muy dentro de mí.

Creo que esta es una hermosa imagen de cómo la voluntad de Dios funciona para quienes creemos en Jesús. Él cruza nuestras vidas con aquellas que necesitan Su esperanza y nos susurra: Tú tienes la esperanza que ellos necesitan. Compártela.

Quizá empecemos ofreciéndole a alguien un poco de nuestro tiempo, compartiendo nuestra historia o simplemente sonriendo. Y cuando lo hacemos, ocurre un cambio. Es como si el mundo se abriera con cada uno de nuestros actos de obediencia, y la luz de Dios atraviesa la oscuridad del mundo.

Nuestros versículos de hoy nos dicen: “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse. Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16, NVI).

Dios quiere que permitamos que nuestra luz brille. Esa es Su voluntad. Ese es Su plan. Esa es Su instrucción.

Entre más atención prestemos a estas instrucciones en tiempo real de Dios, más nuestros pensamientos se alinearán con los de Él. Nuestras mentes entrarán en un nuevo ritmo y veremos lo que Él quiere que veamos, para que podamos hacer lo que Él quiere que hagamos.

Querido Señor, yo quiero ser una luz para Ti hoy. Muéstrame una persona en particular a quien pueda compartirle Tu esperanza. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

2 Timoteo 1:7, Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina. (NTV)

¿Alguna vez has experimentado temor al pensar en la voluntad de Dios? ¿Cómo te ha alentado el devocional de hoy a no temer?

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© 2024 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.


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