Pues el SEÑOR tu Dios vive en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con alegría. Con su amor calmará todos tus temores. Se gozará por ti con cantos de alegría». Sofonías 3:17 (NTV)

Un suspiro profundo se escapó de mis pulmones, resonando fuerte en mi sala oscura. ¿Por qué no puedes organizarte? Me reprendí a mí misma con la historia de siempre: Eres un desastre. Ni siquiera le preparaste una cena decente a tu familia. La casa está desordenada ¿Cuál es tu problema?

Las lágrimas se derramaban por mi rostro. Debería haber estado exhausta, pero mi crítica interior me mantenía despierta… otra vez.

Clamé: Padre, siempre estoy muy atrasada y distraída. Me siento un fracaso.

En silencio, Dios me recordó un versículo de la Biblia que una amiga había compartido conmigo años antes. No podía recordar todas las palabras. Sintiéndome esperanzada, encendí una lámpara, tomé mi Biblia, y hojeé las páginas finas hasta que encontré el versículo.

Pues el SEÑOR tu Dios vive en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con alegría. Con su amor calmará todos tus temores. Se gozará por ti con cantos de alegría» (Sofonías 3:17).

Un recuerdo cruzó por mi mente. Estaba conduciendo, con mi hijo pequeño en el asiento trasero. En el retrovisor podía ver la cabeza de mi hijo moviéndose de lado a lado mientras le cantaba. Solía cantarle canciones conocidas pero reemplazaba la letra con su nombre. El rostro de mi hijo se iluminaba con alegría, a pesar de las lágrimas en sus pestañas después del berrinche de unos momentos antes. Mi corazón se ensanchaba de amor.

La imagen en mi mente cambió. Era la misma escena pero con Dios en el asiento del conductor, cantando una melodía hermosa sobre mí en voz alta. Mi mente se calmó.

Leí el versículo otra vez y susurré una oración de gratitud. Gracias porque Tú estás en medio de mí. Tú me cantas porque soy Tu hija. Te deleitas en mí con alegría. Esa noche, la canción de Dios ahogó la narrativa negativa que me dije a mí misma.

Mi valor no se encuentra en las cosas que marco como completadas en mi lista de pendientes por hacer, ni en cómo me percibo a mí misma. Mis debilidades no me definen, ¡es el Dios del universo quien define mi valor!

A veces mi mente aún es cruel con mi corazón. Pero cuando elijo enfocarme en la presencia de Dios, lo imagino cantándome… cantando mi nombre porque Él me conoce. Su canción de amor calma mi mente.

Dios me recuerda que incluso cuando estoy luchando con mis pensamientos, vale la pena salvarme. Incluso cuando pienso que no soy suficiente, yo soy Su hija. Aún cuando no puedo ver más allá de mis defectos, Él se goza por mí con cantos.

Puede que mis oídos nunca escuchen las notas musicales en este lado de la eternidad, pero ¡qué hermosa es la melodía!

Querido Señor, calma mi mente con Tu amor. Deja que Tu canción sobre mí sea más fuerte que los pensamientos negativos que tengo sobre quién soy. Ayúdame a encontrar mi valor en ser Tu hija, no en mis sentimientos poco confiables. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 3:17b-19, Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los creyentes, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo. En fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. (NVI)

¿De qué formas eres tentada de definir tu valor por tu desempeño? ¿Es de esa forma que Dios mide tu valor?

¿Cómo cambia tu narrativa interna el hecho de reconocer el amor incondicional de Dios por ti? Siéntete libre de compartir en los comentarios. ¡Tu historia puede animar a otras!

© 2024 por Carrie Zeilstra. Todos los derechos reservados.

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