Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. Efesios 4:25 (NVI)

Durante el primer año de nuestro matrimonio, mi marido, JP, y yo muchas veces llegábamos tarde de nuestros trabajos, nos poníamos la piyama, y comíamos helado de vainilla en frente de la televisión.

Una noche, mientras estábamos acurrucados en nuestro sofá, JP se levantó y se dirigió a la cocina. Me sorprendió cuando volvió a la sala con un bol de helado.

«¿Dónde está mi bol de helado?» pregunté en voz alta.

«¿A qué te refieres?» JP estaba realmente confundido.

«Siempre comemos helado juntos. ¿No pensaste que yo también quería helado?»

«¿Cómo iba a saber que querías helado si no me lo dices?» dijo JP inocentemente. Él estaba seguro de que su lógica era irrefutable.

Por si acaso no lo sabías, el conflicto rara vez tiene lógica.

Salí disparada del sofá, irrumpí en la cocina, y abrí bruscamente la puerta del congelador. Quizá era cansancio o quizá era un bajo nivel de azúcar en la sangre; no tengo ni idea por qué un incidente ridículo sobre helado hizo que me hirviera la sangre. Pero sucedió.

En este momento, JP pronunció una frase que cambió nuestra relación para siempre: «La expectativa sin comunicación resultará en frustración».

Efesios 4:25 dice, “Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo”. La mayoría de nosotras nunca considera la falta de comunicar nuestras necesidades, deseos y expectativas como dejar de hablar la verdad, pero lo es. Como resultado, creamos conflicto en escenarios donde la comunicación sincera nos podría ayudar a evitar el conflicto.

Por supuesto, ”dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad” (Efesios 4:25) también significa que las mentiras o las especulaciones deberían estar fuera de toda discusión. Cualquier palabra que no esté arraigada en la verdad no es de Dios y dañará una relación. Más sutiles, sin embargo, son las palabras que no hablamos, como expectativas silenciosas, detalles que omitimos convenientemente, secretos, o deseos que esperamos que nuestros seres queridos “simplemente sepan”. Quizá es por esto que Efesios 4:25 incluye las palabras “cada uno” y “hable”: para el creyente, la comunicación sincera no es opcional, es óptima.

Ciertamente, hablar la verdad puede ser incómodo si carecemos de práctica a la hora de expresar nuestras expectativas y deseos. Preferimos dar pistas con la esperanza de que nuestra familia y amistades adivinen lo que necesitamos. Sin embargo, cuando comunicamos nuestras expectativas de frente, eliminamos la exasperación que resulta. Intercambiamos problemas relacionales por paz relacional.

La expectativa sin comunicación sí resultará en frustración, si no inmediatamente, con el tiempo se hará realidad.

La noche siguiente, JP y yo nos acurrucamos en el sofá. Pero esta vez, mientras él se dirigía a la cocina, grité, «a mí también me gustaría un poquito de helado. ¿Podrías traerme un bol de helado por favor?»

¡Evitamos el conflicto y disfrutamos la noche!

Señor, hazme consciente de las expectativas no comunicadas que deposito en los demás. Ayúdame a renunciar a la mentira y a comunicarme con sinceridad y con amabilidad tal y como Tu Palabra me enseña que debo hacer. Dame calma donde hay caos, y ayúdame a obedecerte. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 4:26-27, «Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol ni den cabida al diablo. (NVI)

Piensa en tu último conflicto. ¿Qué papel desempeñaron las expectativas no comunicadas? ¿Qué expectativa o deseo comunicarás hoy con amabilidad, y a quién?

¡Nos encantaría saber lo que piensas acerca del devocional de hoy! Compártelo con nosotras en los comentarios.

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