Jesús contestó: —Cualquiera que beba de esta agua pronto volverá a tener sed, pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna. Juan 4:13-14 (NTV)

Imagina esto: Jesús acaba de concluir una larga caminata por un desierto caluroso. Llega a un pueblito poco familiar y se sienta al lado de un pozo. Una mujer que andaba sola se acerca al pozo para sacar agua. Él le pide de beber. Como suele hacer Jesús, toma una experiencia cotidiana y la transforma para revelar una verdad más profunda.

Así como nuestros cuerpos comunican nuestras necesidades a través de sensaciones físicas como la sed, nuestro deseo nos alerta a necesidades espirituales y emocionales. El miedo nos conduce a la seguridad. La soledad nos impulsa a la conexión.

La mujer que Jesús conoció en Juan 4 tenía muchas “necesidades del alma”. Ella no tenía amistades, había estado casada cinco veces, y su “novio” actual no quería comprometerse con ella (Juan 4:17-18).

Como esta mujer, tú y yo conocemos el dolor de vivir con anhelos insatisfechos. A lo mejor has estado soltera más tiempo de lo que te hubiera gustado, y tienes miedo de quedarte sola (¡esta fue mi historia!). Quizá siempre has querido tener hijos, y sientes que se te está acabando el tiempo; también me ha tocado vivir eso. O tal vez estás cansada de pedirle a Dios por sanidad física, o te has dado por vencida en la carrera de tus sueños.

Pero no importa qué tanto te empeñes en ignorar el deseo, no se va. Esto no es un accidente. Dios nos diseñó para tener compañía, propósito y vida abundante. Nuestros anhelos revelan la arquitectura de nuestras almas.

Y, sin embargo, una de las realidades de vivir en un mundo caído y pecaminoso es que no está garantizado que nuestras esperanzas y sueños se hagan realidad, o que sucedan cuando queramos. Jesús sabe que el anhelo insatisfecho es una tensión con la que vivir, no siempre un problema a resolver. Él admite que volveremos a tener sed cuando bebamos agua física: “Jesús contestó: —Cualquiera que beba de esta agua pronto volverá a tener sed,” (Juan 4:13).

Afortunadamente, Jesús ve nuestro sufrimiento. Él conoce nuestro dolor. Y Él nos ofrece una solución radical, mejor y transformadora: agua viva, una fuente de gozo que satisfará los anhelos más profundos de nuestras almas.

… pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna (Juan 4:14).

En Juan 7:37-39, Jesús se refiere al Espíritu Santo como “agua viva”. En pocas palabras, Dios se entrega a nosotras. Él nos da Su compañía, Su paz, Su aceptación, Su amor inquebrantable. Sí, Sus dones son buenos. Pero nuestros anhelos infinitos sólo pueden satisfacerse mediante la relación con el mismo Dios infinito.

Si vives en la tensión de los deseos insatisfechos, espero que Dios te conceda los anhelos de tu corazón. Pero mejor aún, que este capítulo de tu historia forje una fe inquebrantable en el Dios que te espera junto al pozo. Que incluso tu mayor decepción se convierta en el punto de conexión más profundo con tu Salvador.

Dios, Tú conoces mis esperanzas, sueños y decepciones. Tengo necesidades profundas que solo Tú puedes satisfacer. Por favor perdóname por poner mi confianza en Tus regalos en lugar de en Ti, el Dador. Ayúdame a saber que Tú me ves. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Proverbios 13:12, La esperanza que se demora aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. (NVI)

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