No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Mateo 28:6a (NVI)

Oí las palabras «el auto desapareció» y rodé sobre la cama para ver a mi esposo parado estupefacto en la puerta de entrada. No existe nada semejante a una sacudida de adrenalina mañanera que sustituya al café. De repente nos percatamos que nuestro vehículo ya no se encontraba donde lo habíamos dejado.

Esa temporada de nuestras vidas ya había estado repleta de tantas dificultades, y aquí surgía otro incidente que añadir a nuestra lista interminable. Pasamos por todas las formalidades, presentamos el reporte policial, y comenzamos a resolver cómo administraríamos a nuestra familia ajetreada con un solo coche, cuando, para nuestra sorpresa, ¡las autoridades encontraron nuestro auto!

¡Saltábamos de alegría, alabando al Señor! Nuestras oraciones fueron respondidas.

Pero tan solo unos días después, se robaron el coche otra vez.

Si esta no fuera mi vida, tampoco lo creería. Algunas veces la vida se siente ridícula, inconcebible y sencillamente injusta.

Tal vez para ti, sea un corazón dolido, la ruptura de una relación o un hogar roto. Durante temporadas difíciles, nuestros corazones se preguntan, ¿cómo podría el plan de Dios incluir tanto dolor? Nuestra agonía nos cuenta una historia sin final y sin esperanzas. Lo único que sabemos es que nos hemos caído, y que no sabemos exactamente cómo volver a levantarnos.

Pero no hace falta que miremos más allá de la cruz para darnos cuenta que el regalo más maravilloso que jamás hemos recibido vino a través del sufrimiento. En vez de tomar Su lugar en un trono, Jesús fue clavado en una cruz.

¿Se cuestionaban también Sus primeros discípulos cómo esto podría ser el buen plan de Dios? ¡Por supuesto (Mateo 16:21-22; Lucas 24:19-21)!

Pero, amiga, el sufrimiento de Jesús no fue el fin de Su historia, y tu sufrimiento tampoco es el final de la tuya. Cuando los discípulos corrieron hacia la tumba a buscarlo, un ángel pronunció palabras que aún hoy nos traen esperanza: “No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo” (Mateo 28:6a).

Gracias a Jesús, tenemos esperanza. No tenemos que fingir que nuestro dolor no es real… Es real. Pero no debemos permitir que nuestro dolor nos mantenga caídas. Pese a todo, contra todo lo que era sensato o racional, a pesar de todo lo que estaba en Su contra, ¡Jesús resucitó!

Mi esposo y yo nunca logramos recuperar nuestro auto. La vida no es un cuento de hadas. Pero lo que sí puedo decirte es que nuestro Dios es fiel. Logramos superarlo, y mientras no comprendíamos por qué perdimos nuestro auto (¡dos veces!), decidimos confiar en Dios.

Mientras tú y yo seguimos meditando en la resurrección de Jesús en los días y meses posteriores a la Pascua, aferrémonos a la confianza de que debido a que Jesús resucitó, en Su fuerza, nosotras también podemos ser victoriosas en Jesús.

¡Oh, Señor! Te alabo hoy porque Tú has derrotado al pecado y a la muerte. Gracias por Tu sacrificio y amor asombroso. Cuando experimente dolor, ayúdame a recordar que Tú tienes todo lo que necesito para vivir en aquella victoria que me diste mediante tu muerte. Cuando me sienta débil, lléname con Tu fortaleza. Tú has resucitado, Señor. ¡Verdaderamente has resucitado! En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Romanos 8:28, Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. (NBLA)

¿Cómo cambia tu perspectiva en medio de las dificultades cuando te enfocas en la resurrección de Cristo? ¿De qué manera te llena de esperanza la resurrección? ¡Él ha resucitado, amigas!

Nos encantaría oír de ti hoy; sáltate a los comentarios para responder estas preguntas y compartir tus pensamientos.

 

© 2024 por Ashley Morgan Jackson. Todos los derechos reservados.

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