El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Juan 10:10 (NVI)

¿Alguna vez has experimentado la sensación persistente de que hay una desconexión en algún área de tu fe?

Quizás amas a Dios y haces lo mejor que puedes para seguirlo y servirle fielmente. Tal vez seas voluntario en la iglesia, oras constantemente y lees tu Biblia. Sin embargo, un día te encuentras con un versiculo que te hace sentir como si te faltara algo, como si hubiera una brecha entre lo que sabes en tu mente y lo que experimentas a diario.

Hace varios años, eso es exactamente lo que sentí cuando leí el versículo clave de hoy:

El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Juan 10:10).

En aquel entonces, no tenía ninguna duda sobre las acciones sinuosas del ladrón. Lo había visto intentar robar y matar mi matrimonio, mi esperanza, mis sueños y hasta mi propia fe.

Sin embargo, cuando leo acerca de Jesús dándonos vida “en plenitud” (Juan 10:10) no podía decir con seguridad que estaba caminando en esa plenitud. Pero ¿por qué no? ¿estaba pasando algo por alto?

Quizás estés haciéndote la misma pregunta. Tal vez dudes de que la promesa de abundancia de Dios sea real y que te aplica a ti.

Permíteme asegurarte, mi hermana querida, la promesa de Dios se mantiene firme. ¡El problema radica en nuestra tendencia a buscar vida en los lugares equivocados!

Exploramos nuestras vidas horizontalmente, entrecerrando los ojos en busca de signos de vida en las relaciones interpersonales, la salud, la riqueza o el estatus social a nuestro alrededor, pero nos quedamos con más deseos. Incluso cuando la vida está repleta de cosas buenas, nuestras almas todavía se sienten incómodas y descontentas, hambrientas de más.

Esta falta de contentamiento nos irrita, pero esta es la verdad: si pudiéramos encontrar abundancia en lo que el mundo ofrece, ¡no habríamos necesitado el sacrificio de nuestro Salvador!

Jesús dice: “yo he venido” (Juan 10:10), indicando así que nuestra búsqueda de vida abundante comienza y termina en Él. Es una abundancia que encontramos verticalmente a través de la relación con Dios arriba, no horizontalmente a través de los dones que Él coloca a nuestro lado y alrededor de nosotros en la tierra.

Las bendiciones terrenales deben ser acogidas y disfrutadas, pero nunca tienen la intención de brindarnos la máxima satisfacción. ¡Sólo Jesús puede proporcionar una satisfacción genuina, del tipo que no puede ser sacudido por nuestro entorno!

Entonces, ¿cómo podemos tú y yo empezar a vivir en abundancia hoy?

Primero, podemos hacer un inventario. ¿Quién o qué está sustentando actualmente la presión de traernos abundancia? ¿Nuestro trabajo? ¿Nuestro cónyuge? ¿Nuestros hijos? Pidamos a Dios que abra nuestros ojos a cualquier área de confianza fuera de lugar.

Segundo, podemos hacer esta oración sencilla. Señor, lamento haber buscado satisfacción y gozo en [completa el espacio en blanco]. Redirige mi corazón y ayúdame a encontrar la abundancia verticalmente, no horizontalmente.

Una vida plena es parte de nuestra herencia como hijas de Dios, sin importar nuestras circunstancias, ¡así que caminemos en esa herencia hoy!

Señor, gracias por darnos vida abundante. ¡Ayúdanos a ver dónde hemos colocado erróneamente nuestra confianza y tranquiliza nuestros corazones mientras te buscamos sobre todas las cosas! En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 16:11, Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre. (NBLA)

¿En qué área de tu vida tiendes a buscar abundancia y alegría? ¿Cómo sería para ti comenzar a encontrar plenitud en Jesús en lugar de relaciones y cosas externas? Comparte tus pensamientos aquí en los comentarios.

© 2024 por Meredith Houston Carr. Todos los derechos reservados.

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