Devocionales

Deja que las lágrimas caigan

Cindy Boyd, COMPEL Training Member 11 de junio de 2024
Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré. Isaías 46:4 (NVI)

El local de la cafetería resonaba con los llantos incontrolables de un pequeño quien, minutos antes, había estado disfrutando el almuerzo con sus padres. Pero ahora, su padre lo recogía y lo cargaba a la entrada. Los gritos del niño se convirtieron en sollozos suaves, mientras su padre lo consolaba pacientemente.

No me imaginaba que tan solo días después, recordaría esa escena impactante, mientras yo recibía noticias que no eran agradables y que transformaron lo que había sido un lindo día en uno lleno de inseguridades y preguntas.

Durante los últimos seis meses, había invertido la mayor parte de mi tiempo en un proyecto laboral que cambiaría el futuro de mi carrera. Yo sabía que este proyecto era el siguiente paso que Dios quería que yo tomara. Después de todo, era la respuesta perfecta a lo que había pedido en oración durante un año. Pero cuando recibí la noticia, me quedé mirando el teléfono incrédula, y poco a poco fui perdiendo mi compostura. El contrato se había terminado antes de iniciar. Mientras releía el mensaje, mis lágrimas comenzaron a caer.

Mientras conducía a casa con dificultad por las lágrimas que no paraban, clamé a Dios: Padre, yo sé que Tus caminos son más altos y Tus planes son buenos. No estoy dudando Tu decisión, solo necesito que me abraces mientras lloro.

Sabía que sin importar como me sentía, Su promesa en Isaías 4:64 era verdadera:

Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré.
Yo los hice y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré.

Así como el pequeño que lloraba, a veces no necesitamos una solución, solo necesitamos ser cargadas con dulzura por un Padre tierno y compasivo de Sus hijas (Salmo 103:13). Cada cierto tiempo, solo necesitamos dejar que las lágrimas caigan. Nuestro Padre celestial siempre está ahí, observando y esperando la oportunidad de abrazar a Sus hijas. Su amor no tiene restricciones y es dado libremente a cada persona que busca refugio en Él.

Jesús nos dice en Mateo que “el que se vuelva tan humilde como este pequeño es el más importante en el reino del cielo” (Mateo 18:4, NTV). Cuando mi adultez me agobia, en mi vejez y cabellos grises, debo recordarme que también soy una niña, y necesito que mi Padre celestial me sostenga cuando sufro. En Su amor, encontraré paz, mientras Él se deleita en mí con gozo (Sofonías 3:17).

Amigas, todas nos enfrentaremos a problemas, aflicciones, decepciones y pérdidas. Cuando nuestras lágrimas comiencen a caer, Dios nos espera con Sus brazos abiertos, para sostenernos, a nosotras, Sus Hijas, y recoge nuestras lágrimas con Su mano poderosa, transformándolas en bendiciones abundantes.

Padre, gracias por sostenerme fielmente cuando mis lágrimas aparecen. Por favor continúa secando mis ojos para que pueda ver las dificultades que entran a mi vida como oportunidades para acercarme a Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Deuteronomio 1:30-31, El Señor su Dios va delante de ustedes, y él peleará por ustedes, como antes vieron que lo hizo por ustedes en Egipto. Además, ustedes son testigos de que, en el desierto, y por todo el camino que han recorrido, el Señor su Dios los ha traído como un padre que lleva a su hijo de la mano, hasta llegar a este lugar.” (RVC)

Salmo 56:8, Tú has tomado en cuenta mi vida errante; Pon mis lágrimas en Tu frasco; ¿Acaso no están en Tu libro? (NBLA)

¿Recuerdas alguna ocasión en la que necesitabas ser sostenida por el Padre? ¿Cómo puedes ser los brazos de Cristo y consolar a otras durante una temporada de lágrimas? Comparte con nosotras en los comentarios.

 

© 2024 por Cindy Boyd. Todos los derechos reservados.


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