Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? Números 23:19 (NVI)

“Tengo un estilo de apego inseguro”, escribí en mi diario.

Recientemente había estado investigando los diferentes tipos de “estilos de apego”, un término psicológico que describe cómo la atención de nuestros cuidadores primarios con nosotros cuando somos bebés puede afectar nuestras relaciones adultas. Aprendí que nuestra familia de origen puede hacer que tengamos apegos seguros o inseguros.

Fue revelador y doloroso a la vez cuando analicé cómo mi estilo de apego afectaba mis relaciones más cercanas. Durante mi infancia, experimenté una relación difícil con mi mamá y una relación inexistente con mi padre. Aunque mi madre hizo lo mejor que pudo, aun así crecí con temor al rechazo y al abandono.

Si bien muchos artículos que leí sobre el apego parecían describir correctamente las relaciones humanas, a menudo omitían nuestra relación más importante: la que tenemos con nuestro Padre celestial.

Muchas de nosotras tendemos a ver a Dios a través del lente de nuestros padres biológicos. Como resultado, a veces podemos dudar en poner nuestra fe completamente en Él. Quizás nos preguntemos: ¿Qué pasa si Él no cumple Sus promesas? ¿Qué pasa si mis circunstancias nunca cambian? ¿Cómo puedo saber si Dios será un Padre celestial para mí? Quizás te hayas encontrado haciendo preguntas similares.

Pero cuando nuestra confianza en Dios flaquea, podemos recordar quién es Él. Por ejemplo, en Números 23:19, las Escrituras desacreditan cualquier suposición de que Dios pueda compararse con un ser humano pecador:

Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?

Estas palabras originalmente fueron dichas a Balac, un príncipe malvado que buscaba manipular el poder de Dios para su beneficio personal, pero estas también nos ofrecen consuelo a nosotras hoy. En pocas palabras, Dios no está en la misma categoría que los humanos defectuosos. Aunque es posible que lo hayamos comparado erróneamente con nuestros padres o con las figuras paternas de nuestras vidas, no hay comparación. Dios es inmutable y perfectamente amoroso de una manera que ningún padre humano lo será.

Se puede confiar en Él.
Él no miente.
Dios cumple Sus promesas.
Y Él nunca cambiará de opinión acerca de nosotras.

También podemos estar seguras del carácter de Dios a través de Su fidelidad hacia nosotras en el pasado: evidencia real de que Él nunca nos dejará y de que Él hace lo que dice que hará. Dios, pacientemente, nos brinda oportunidades repetidas para confiar en Él con valentía, a pesar de nuestros temores de que nos abandone.

No importa el fundamento que hayamos recibido de nuestra familia de origen, Dios hace posible que establezcamos y construyamos un vínculo seguro con Él. Si estamos luchando con la idea de si nuestro Padre celestial nos abandonará, podemos silenciar este temor con la verdad de quién Dios dice que Él es en las Escrituras.

Querido Dios, gracias por ser mi Padre celestial. Ayúdame a elegir con valentía confiar en que nunca me abandonarás. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

El enemigo quiere que nos sintamos separadas y desconectadas de Dios … excluidas, solitarias e inferiores. En Sin invitación, Lysa TerKerust comparte sus experiencias personales profundas con estas emociones, incluso las que venían del abandono de su padre en su niñez. Pero ella también nos recuerda que, con nuestro Padre celestial, es posible vencer los temores que alimentan nuestras inseguridades. Fuimos destinadas para un amor que nunca disminuye, ni se quebranta, ni se conmueve, ni es arrebatado: el amor de Dios que no rechaza ni nos deja sin invitación.

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PROFUNDICEMOS

2 Timoteo 2:13, Si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse Él mismo. (NBLA)

¿Cómo te anima la verdad de que Dios no es como los humanos pecadores? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

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