Cuando Daniel supo que había sido firmado el documento, entró en su casa (en su aposento superior tenía ventanas abiertas en dirección a Jerusalén), y como solía hacerlo antes, continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios. Daniel 6:10 (NBLA)

Estoy descubriendo que la auto-confianza es una amiga inconstante. En ocasiones la tengo; en otras no. Algunas veces me beneficia; otras veces me orienta mal.

La confianza en mí misma es poco fiable porque, honestamente, yo tampoco lo soy. La cultura me dice que debo invertir más en mí misma, amarme más y creer más en mí misma. Estas ideas no son inherentemente malas… pero los resultados son inconsistentes.

Tiene que haber una solución mejor que tener mucha fe en mí misma.

Y afortunadamente, existe. Porque, amiga, lo que realmente necesito es confianza en Dios.

Confiar en la habilidad de Dios, fidelidad y amor lo cambia todo. Confianza en Dios significa que recurro a Él primero, no a mí misma. Significa que Él alimenta mi fe (Hebreos 11:1), Él aplaca mis miedos (Salmo 27:1) y sólo Él permanece inquebrantable (Mateo 7:25).

Tal vez nadie supo esto mejor que un hombre llamado Daniel en la Biblia. Al intentar conspirar contra Daniel, los oficiales persas decretaron ilegal el orar. ¿La penalidad? El infractor se convertiría en alimento para los leones.

Pero Daniel 6:10 dice, “Cuando Daniel supo que había sido firmado el documento, entró en su casa (en su aposento superior tenía ventanas abiertas en dirección a Jerusalén), y como solía hacerlo antes, continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios”.

Increíble. Él no retorció las manos, preguntándose qué debería hacer. Él tenía confianza completa en que Dios estaba obrando en la situación, y sin importar el resultado, él seguiría confiando en Dios. Nosotras, también, podemos desarrollar ese nivel de confianza al crecer en dos áreas que moldearon la vida entera de Daniel: conocer a Dios y experimentar a Dios.

Tal como Daniel, nosotras podemos aumentar nuestro conocimiento acerca de Dios. Daniel oraba y estudiaba la Palabra de Dios constantemente (Daniel 6:10; Daniel 9:2). Cuanto más sepamos de Dios, más crecerá nuestra confianza. Leer acerca del carácter de Dios fortalece nuestra credulidad. Declarar la bondad de Dios edifica nuestra fe. Podemos empapar nuestros corazones y mentes con Su verdad inquebrantable.

Nosotras también podemos experimentar el obrar de Dios. Daniel presenció personalmente la fidelidad de Dios, vio cómo sus amigos se salvaron del horno ardiente y fue conducido por Dios a través de batallas de poderes mundanos (Daniel 1:9; Daniel 3:26; Daniel 5:29-30). Podemos confiar en Dios lo suficiente como para dar el primer paso en situaciones a las cuales nos sentimos llamadas, aún si no nos sentimos capaces de navegarlas por nuestra cuenta. En los lugares donde más necesitamos de Dios, experimentamos Su obrar, y nuestra confianza en Él aumenta de manera exponencial.

El conocimiento y la experiencia acrecientan nuestra confianza en Dios. Y ese tipo de confianza nunca nos fallará.

Dios, Tú eres poderoso, fiel, amoroso y verdadero. Deseo edificar mi confianza en Ti. Guíame hacia el conocimiento y la experiencia que necesito para cultivar una confianza en Ti que jamás fallará, sin importar lo que la vida arroje en mi camino. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Jeremías 17:7, »Bendito el hombre que confía en el SEÑOR y pone su confianza en él. (NVI)

Daniel 6:27, [Dios] es el que libra y rescata, hace señales y maravillas En el cielo y en la tierra, El que ha librado a Daniel del poder de los leones». (NBLA)

¿En qué área de tu vida te gustaría aumentar tu confianza de que Dios está presente y obrando? ¿Cómo podrías lograr eso a través del conocimiento y la experiencia? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

© 2024 por Kayla Ferris. Todos los derechos reservados.

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