Enséñame, oh SEÑOR, tu camino, y yo caminaré en tu verdad. Concentra mi corazón para que tema tu nombre. Salmo 86:11 (RVA-2015)
Cuando tenía 16 años, conocí a una mujer de veintitantos años que me fascinó al instante. No fue por su belleza extraordinaria ni porque era buena para los estudios. No era sumamente rica, ni graciosa para morirse de la risa. Fue algo más lo que me intrigó de ella: se la veía tan confiada en su vida porque caminaba muy cerca de Dios.
A medida que pasábamos tiempo juntas, me di cuenta que concedía una gran prioridad a la oración, pidiendo consejo a Jesús en cada decisión. Oraba también por los demás… por personas que atravesaban problemas económicos o diagnósticos médicos graves. Oraba por una amiga considerando si la relación en la que estaba era saludable. Es más, ¡oró incluso cuando perdió uno de sus lentes de contacto en el lavabo!
Un día le pregunté cuál era el secreto para una vida cristiana próspera. Su respuesta fue clara: «tienes que darte cuenta de que tu vida depende de estar unida a Jesús por encima de todo y de todos. No des un paso sin Él».
He descubierto lo cierto que es su consejo. Si queremos ser personas que toman decisiones sabias ante tantas opciones, necesitamos someter nuestras decisiones a las Escrituras y alinear nuestros corazones con Dios cada día.
El Salmo 86:11 describe a esa persona que pide a Dios: “Enséñame, oh SEÑOR, tu camino, y yo caminaré en tu verdad. Concentra mi corazón para que tema tu nombre.”.
La palabra “caminar” se traduce al castellano de la palabra hebreo halak. El término no solo significa poner un pie delante del otro. Implica acompañamiento, seguir constantemente, tener acceso, patrullaje y viaje.
¡Esta definición de múltiples facetas revela un verbo tan vibrante! Cuando caminamos en la Verdad de Dios, estamos acompañándolo. Pero no estamos solamente caminando a Su lado: estamos siguiéndolo constantemente. Tenemos acceso a Él, de modo que no caminamos solas; y tampoco deambulamos inconscientemente. Estamos patrullando, atentas y cautelosas de lo que está al acecho. No caminamos sin rumbo fijo, sino que viajamos intencionalmente por la vida.
Tomemos el Salmo 86:11 y convirtamoslo en una oración, pidiéndole a Dios un corazón puro que lo tema con un asombro reverente. Si tenemos corazones humildes que realmente quieren buscar al Señor, podemos pedirle que nos enseñe a caminar y a vivir en Su Verdad.
Solo Dios tiene las respuestas a todos los dilemas de la vida. Entreguémosle al Señor cada decisión, con intencionalidad y honestidad sin importar si es pequeña o grande, antes de que levantemos nuestro pie para caminar.
Padre Dios, ayúdame a estar unida a Ti por encima de todo y de todos. No quiero dar un solo paso sin Ti. Deseo caminar y vivir en Tu Verdad. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Colosenses 2:6-7, Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él; firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud. (NBLA)
¿Qué conexión crees que existe entre estar arraigadas en Cristo y caminar en la Verdad?¿Qué paso vas a dar esta semana para hacer de la oración una prioridad?
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