Y el ángel del SEÑOR se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse Moisés, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía. Éxodo 3:2 (NBLA)

La tierra pasa rodando mientras conduzco a casa, con el corazón compungido de temor e incertidumbre. He vivido en un ámbito de apatía durante meses, luchando contra la fatiga y la ansiedad que no desaparecen por completo. Agotada, cansada, me pregunto dónde me encuentro en el radar de Dios. ¿Ve Él mi dolor?

Las preocupaciones sobre la salud siguen repitiéndose en mi mente. Busco cualquier señal de que Dios me ve. ¿Acaso no le dio Dios a Moisés una zarza ardiente?

Entonces aparece mi “zarza ardiente”.

Me encuentro conduciendo por una calle familiar cuando mis ojos se dirigen a un calle lateral: Burning Bush Lane (Calle Zarza Ardiente). En las hendiduras rocosas y el paisaje roto de mi corazón, este letrero me anima a recordar que Él me ve.

Dios está aquí, incluso en las llamas de mi dolor. Recuerdo lo que Dios le dijo a Moisés en Éxodo 3:5b: “… el lugar donde estás parado es tierra santa»” (NBLA). Tal vez mis heridas y preocupaciones también se mantienen en tierra sagrada.

En Éxodo 3, Dios apareció en el desierto donde Moisés pensó que todo estaba perdido. Dios esperó a Moisés que se acercara, luego habló desde las llamas, afirmando tanto Su carácter como la identidad de Moisés: “«Yo soy el Dios de tu padre …” (Éxodo 3:6a, NBLA, énfasis añadido). Usó las llamas parpadeantes del fuego abrasador para hablar y tranquilizar.

Y el ángel del SEÑOR se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse Moisés, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía (Éxodo 3:2).

Dios nos alcanza de maneras sorprendentes, incluso mientras tropezamos con nuestra confusión y dolor. Es paciente y bondadoso; Él siempre está cerca, esperando que nos volvamos hacia Él. Dios habla cuando abrimos nuestros corazones en completa vulnerabilidad.

Nunca sabemos dónde se nos aparecerá el Señor, pero podemos adoptar una postura de recibir Su voz, incluso cuando llega de maneras inesperadas. Especialmente cuando llega de maneras inesperadas, como los fuegos de la prueba y el sufrimiento.

Nuestro dolor tiene un propósito. Podemos creerle a Dios cuando dice que Él dispone todas las cosas para bien. Angustias, problemas de salud, relaciones tensas, sentimientos de desesperación y preocupación… Todas las cosas ayudan para nuestro bien y para Su gloria (Romanos 8:28).

Es posible que nunca sepamos completamente las razones de nuestro sufrimiento, pero podemos estar seguras de que, lo sintamos o no, estamos en tierra santa porque el Santo está con nosotras, abriendo un camino en el desierto (Isaías 43:19).

Dios, gracias porque te haces presente en los momentos dolorosos cuando estoy herida, asustada y agotada. Cuando se siente difícil, Tú me muestras que estoy parada en tierra santa Contigo, el Santo que hace que todas las cosas ayuden para mi bien. Ayúdame a creer esto y a mantenerme firme en Tu Verdad con fe. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Romanos 8:28, Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. (NBLA)

¿Cómo puedes creer que Dios está abriendo un camino para el bien a través de tu situación difícil?

¿Cómo puedes ajustar tu perspectiva para poder ver la presencia de Dios en tus llamas y atreverte a abrir tu corazón y de ese modo dejar entrar a Dios? Fíjate lo que Él quiere mostrarte acerca de Él mismo y de Su amor por ti.

¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2024 por Sarah Freymuth. Todos los derechos reservados.

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