Devocionales

Abre tu corazón y tu hogar a relaciones más profundas

Becky Harling 16 de septiembre de 2024
Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse. 1 Pedro 4:9 (NVI)

Cuando era niña, solía pasar una semana cada verano con mi abuela en la ciudad de Nueva York. ¡Me encantaba!

Lo que más recuerdo de aquel tiempo con mi abuela era que cada tarde, a las tres en punto, su amiga Isabelle venía a casa. Juntas, tomaban café y tarta de café. ¡Imagínate!  Dos amigas juntas cada tarde, tomando café, comiendo tarta y manteniéndose unidas.

Vivir en comunidad con los demás es una idea que Dios tiene para nosotras. Él es un Dios relacional que nos creó a Su imagen. Fuimos creadas para relacionarnos tanto con Dios como con los demás. Necesitamos amigas con las que podamos disfrutar de la vida.

Sin embargo, según los últimos estudios, estamos más solas que nunca.

¿Cómo podemos redescubrir el gozo de las relaciones profundas en un mundo digitalizado?

Una de las mejores maneras que conozco es brindar hospitalidad. Y ésta es la cuestión: tu hogar no tiene que ser perfecto para acoger a los demás. Sinceramente, ésta fue una gran lección para mí.

Hace años, cuando mi marido y yo vivíamos en Medio Oriente, la expectativa cultural era servir un té o un café a cualquiera que apareciera en nuestra casa. Sin embargo, teníamos un niño preescolar, por lo que muchas veces había juguetes, libros y otras cosas esparcidas por el suelo.

Cuando alguien llamaba a la puerta, me volvía ansiosa de responder o ponerme a limpiar rápidamente. Pero poco a poco aprendí que a mis invitados no les importaba el desorden. Querían sentirse acogidos. De eso trata la hospitalidad.

El apóstol Pedro instruyó a la Iglesia primitiva a “[practicar] la hospitalidad entre ustedes sin quejarse” (1 Pedro 4:9). Estos creyentes se reunían cada día para orar y comer juntos. Aunque “cada día” nos pueda resultar poco realista, el caso es que pasaban tiempo juntos en casa de cada uno de ellos.

Creo que necesitamos recuperar esta costumbre de brindar hospitalidad. Si te sientes intimidada, piensa en ello simplemente como en acoger a las demás. Aquí van algunas ideas que he realizado recientemente:

  • En vez de encontrarse en un café, invita a una amiga a casa para tomar un café o un té. Muchas veces, serás capaz de mantener conversaciones más auténticas y de orar con más atención en la privacidad de tu hogar.
  • Celebra una tarde de “merienda y conversación” con algunas amigas. En vez de pasar horas en una cena gourmet, podrías organizar un aperitivo sencillo. Piensa en algunas buenas preguntas para comenzar la conversación. Tus amigas pueden venir y relacionarse.
  • Organiza una barbacoa, e invita a tus vecinos a un asado donde todos puedan pasar tiempo juntos, conociéndose mejor entre sí. Jesús nos dijo que amáramos a nuestros vecinos, sin embargo muchas de nosotras estamos tan ocupadas que ni siquiera conocemos a los nuestros.

Amiga, ¿por qué no intentas llevar a cabo alguna de estas ideas? Invita a otras personas a tu casa, y comprueba si no te ayuda a profundizar en tus relaciones. Apuesto a que aliviará tu soledad, y la de ellas también.

Señor Dios, Tu Palabra nos enseña que debemos brindarnos hospitalidad las unas a las otras sin quejarnos. Perdóname por las veces en las que me he quejado. Crea en mí un espíritu acogedor para que pueda ser capaz de promover relaciones más profundas en un mundo solitario como el nuestro. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Hechos 2:46, Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón… (NBLA)

¿Cómo puede el invitar a amigas para cenar, tomar un café o un postre ayudarte a crear oportunidades para tener conversaciones y relaciones más profundas?

¿Qué es lo que más te ha hecho dudar a la hora de invitar a otras personas a casa? ¿Qué puedes hacer para dejar atrás tus dudas? Compártelo con nosotras escribiendo en los comentarios.

© 2024 por Becky Harling. Todos los derechos reservados.

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