pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Lucas 24:21a (NVI)
Yo había esperado…
Es una frase familiar que me he acostumbrado a repetir en esta temporada de mi vida.
Yo había esperado que mis pensamientos intrusos habrían desaparcecido por completo hasta este momento.
Yo había esperado que mi energía volvería a ser completamente normal.
Yo había esperado que mi fe no se vería amenazada por ataques de pánico.
¿Te identificas? Quizás para ti se parece más a:
Yo había esperado que me recuperaría de esta enfermedad tan larga.
Yo había esperado estar casada hasta este momento.
Yo había esperado que el conflicto familiar se resolvería.
Conozco a unos cuantos discípulos de Jesús que también lo entendieron.
Días después de la crucifixión de Jesús, unos pies en sandalias levantaban el polvo en el camino a Emaús mientras dos discípulos caminaban hacia allá desde Jerusalén, con corazones sombríos de decepción. Estaban llorando al hombre a quien habían esperado ser el Mesías prometido. Hablaban entre ellos con incredulidad sobre las últimas noticias: algunas mujeres fueron al sepulcro pero no encontraron Su cuerpo.
Cuando el mismísimo Jesús resucitado se unió a ellos, ¡no lo reconocieron! Él los escuchó relatar los acontecimientos de los últimos días, luego les explicó las Escrituras, pero aun así no podían verlo por quien Él era.
¿Qué los estaba confundiendo tanto? ¿Qué les impedía entender con el corazón?
Su esperanza estaba en el pasado. Decían “abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel” (Lucas 24:21a, énfasis añadido).
Pero luego, el Jesús resucitado se reveló a ellos a través de una conversación y partiendo el pan, y los hombres quedaron asombrados, revividos por la esperanza que avivó nuevamente la llama de su fe:
Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?» (Lucas 24:32, NBLA).
Jesús les mostró que Él es quien redime, solo que no como todos pensaban que lo haría. Afortunadamente, cuando Jesús ajusta nuestros ojos y corazones para ver el propósito que Él trae y quién es Él realmente, las cosas cambian.
¿Qué podríamos estar perdiéndonos, incluso mientras caminamos con Jesús, si no ajustamos nuestros oídos para escucharlo o nuestros ojos para verlo plenamente? ¿Qué nos podría estar impidiendo entender?
Jesús vino para darnos una perspectiva eterna. No podemos ver todas las formas en que Dios está obrando, pero esto mismo nos invita a una intimidad más profunda con Él. Jesús se encargará de lo que no podemos ver de la manera que Él sabe que es mejor para nosotras.
Cambiemos nuestra perspectiva a una esperanza en tiempo presente en nuestro Salvador. Podemos estar seguras de que Su corazón hacia nosotras es bueno. Las esperanzas pasajeras de este mundo no son nada en comparación con la esperanza segura y eterna que tenemos en Jesús.
Padre, gracias porque Tú eres mi esperanza. Las situaciones pueden sacudir mi corazón y mi mente, pero Tú eres quien me hace estar segura. Ayúdame a ver los recordatorios que me das en Tu Palabra para que pueda pararme en Tus promesas y recibir la paz y esperanza que mi corazón anhela. En el Nombre de Jesús, Amén.
RECOMENDAMOS
Si necesitas esperanza hoy … recuerda la verdad que el cielo gobierna. Esta es la respuesta de tres palabras para cada preocupación. Es la promesa que necesitamos para cada asalto a nuestra paz mental. Significa que el poder de Dios es más que el poder de las naciones o la naturaleza, más que las enfermedades o los miedos sobre nuestra familia, más que todo lo demás. En El cielo gobierna, la autora Nancy DeMoss Wolgemuth revela cómo ver nuestras vidas a través de la lente de la soberanía de Dios puede protegernos del pánico y darnos esperanza y perspectiva renovada.
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PROFUNDICEMOS
Lucas 24:5b-7, …«¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense cómo les habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar». (NBLA)
¿Has puesto tu esperanza en un sueño que aún no ha sucedido? ¿Cómo puedes apoyarte en las promesas de Jesús para llevarte a una esperanza más profunda y duradera en Él?
Para ver la situación que te está preocupando desde otra perspectiva, invita a Dios a ella y pon tu esperanza en que Dios está obrando para tu bien y Su gloria.
¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2024 por Sarah Freymuth. Todos los derechos reservados.
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