Devocionales

Vivir amada

Jenni Lord 14 de octubre de 2024
Como el Padre me ha amado, así también Yo los he amado; permanezcan en Mi amor. Juan 15:9 (NBLA)

Recientemente, mientras volaba sobre las majestuosas Montañas Rocosas, de camino a un retiro en Colorado, oré en silencio: «Señor, vengo a Ti con expectativa… para escuchar de Ti».

Los meses anteriores habían sido extremadamente agotadores. Sentía el peso de mis responsabilidades: dirigir una organización que atravesaba dificultades de crecimiento, además de la carga de criar a cuatro adolescentes. También me enfrentaba a una transición significante en mi vida. Se cernían incógnitas sobre mí. No estaba segura de cómo afrontar los retos, dirigiéndome hacia lo que tenía por delante y, al mismo tiempo, satisfaciendo las demandas existentes.

Más que un reinicio, necesitaba un toque profundo del Señor.

Al adentrarme en el aire fresco de la montaña, sentí lo que parecía la respuesta del Señor: Amada, sé amada.

Tres palabras sencillas. Una invitación.

No sé cómo recibir, Señor. Estoy tan acostumbrada a “hacer”. Enséñame, por favor.

Me di cuenta de que estaba tratando de arreglar las cosas por mí misma – un mecanismo de supervivencia de una infancia marcada por la ruptura y la inestabilidad. Despojarme de capas de autosuficiencia ha sido un proceso gradual.

A medida que el Señor me llamaba con señas, me imaginaba sentada en Su regazo como una niña consolada, sintiéndome extremadamente vulnerable pero segura. La tensión empezó a desaparecer. Reflexionando sobre cómo recibir, recordé Juan 15:9b:

Permanezcan en mi amor.

Cuando Jesús dio esta instrucción, Sus discípulos se enfrentaban a muchas preguntas e incógnitas. Jesús pronto iría a la cruz, y uno de los discípulos lo traicionaría. No entendían lo que les esperaba.

Antes de decirles que permanezcan, les dijo: “No los dejaré huérfanos” (Juan 14:18, NBLA). Esta era una promesa de que la escasez no sería su forma de vida. Desamparadas, desprotegidas, abandonadas... Jesús no nos dejó así.

A menudo, cuando nos enfrentamos a lo desconocido, nos preguntamos: ¿qué voy a hacer? En lugar de eso, quizá nuestra pregunta debería ser: ¿cómo voy a atravesar esto?

No importa a qué nos enfrentemos, la respuesta es permanecer en el amor de Dios.

Vivir amadas se ve y se siente de forma muy diferente a resolver los problemas de forma independiente y afrontar lo que viene después.

En lugar de preguntarnos: ¿qué voy a hacer con este problema? o ¿por qué está pasando esto?, se nos invita a seguir adelante, permaneciendo en el pozo profundo del amor de Dios que nunca se agota, un amor del que no podemos separarnos (Romanos 8:38-39).

Aunque la vida no deje nunca de arrojar incertidumbres sobre nosotras, no somos huérfanas espirituales. Todo lo contrario: se nos ha dado un hogar. “Permanecer” significa morar, residir, vivir. Esencialmente, Jesús dijo, haz tu hogar en Mi amor, no en la autosuficiencia. Permanece en Mi manantial profundo de amor que nunca te deja sola.

No tenemos que correr hacia adelante y resolverlo por nuestra cuenta. Vivir amada comienza con escoger permanecer en Jesús.

Padre Celestial, gracias porque eres un Padre bueno que da buenos regalos. Recibo Tu invitación a disfrutar y vivir cada día en Tu amor. Ayúdame a no apresurarme a arreglar las cosas por mi cuenta, sino a encontrar descanso en Tu amor. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 3:17b-19, También ruego que arraigados y cimentados en amor, ustedes sean capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. (NBLA)

¿Cómo has estado buscando respuestas por tu cuenta sin detenerte primero a darte cuenta de lo amada que eres por Dios?

¿Qué incertidumbre estás enfrentando hoy que podrías entregar a cambio del amor de Dios? Compártela con nosotras en los comentarios.

© 2024 por Jenni Lord. Todos los derechos reservados.

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