El SEÑOR es mi fuerza y mi canción; me ha dado la victoria. Salmo 118:14 (NTV)

Justo ahora, es la temporada de los carnavales de otoño y las ferias estatales en el lugar donde vivo en los Estados Unidos. Me encantan las atracciones, los juegos y la comida: el pastel de feria, el algodón de azúcar, y básicamente cualquier carne asada en una varilla…¡me apunto!

Todo me recuerda a aquellos tiempos en los que la vida parecía más simple. En mi infancia amaba los paisajes increíbles desde lo más alto de la rueda de la fortuna. Y en los asientos acolchonados de la rueda centrífuga, mi corazón se aceleraba con emoción mientras me aferraba a la barra de seguridad. A veces me ponía nerviosa al montarme.

«¿Cerró bien?», le preguntaba a la persona a mi lado. «Creo que no escuché que cerrara bien».

Mi atracción favorita era Tilt-a-Whirl (gira y vuelve), una máquina que consistía en carritos que giraban individualmente mientras la plataforma rotaba también (efectivamente, ¡habían dos tipos de giros sucediendo al mismo tiempo!). Creo que me gustaba tanto porque era una máquina en la que sentía que tenía algún tipo de control. Cuán rápido girábamos no solo dependía del controlador de la atracción: cualquier participante asiduo sabe que puedes hacer que tu carrito gire más rápido, solo tienes que inclinarte hacia la rueda. ¡Eso es lo emocionante!

Pero, ¿qué sucede cuando el torbellino de las circunstancias en las que nos encontramos es mucho más serio? Cuando no son simplemente atracciones con la garantía de que pronto terminarán con tan solo cerrar los ojos y aguantar un poco más.

No hay movimientos estratégicos que nos permitan ir más rápido para saltarnos el drama, el estrés y los conflictos fuera de control en nuestras vidas. Nuestras reacciones emocionales e impulsivas no nos traen ninguna victoria; solo nos dejan sintiéndonos aturdidas, avergonzadas y arrepentidas.

Pero uno de los beneficios más grandes de conocer a Jesús es que Su paz, tan divinamente escrita en las páginas de las Escrituras, puede traer calma al caos que nos hace dar vueltas.

Para mí, tuve una epifanía al encontrar refugio en la Palabra de Dios:

Confía en el SEÑOR con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. (Proverbios 3:5-6, NTV).

Oré al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores. Los que buscan su ayuda estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les oscurecerá el rostro, (Salmo 34:4-5, NTV).

La vida no siempre es justa, ni como una feria de atracciones. Pero Dios no es un Dios de miedo ni confusión, y podemos decidir responder a los giros o vueltas de las circunstancias impredecibles, de manera que reflejemos a Cristo obrando en nosotras. Podemos decidir dejar de dar vueltas y apegarnos a Él.

El SEÑOR es mi fuerza y mi canción; me ha dado la victoria, (Salmo 118:14).

Querido Señor, gracias por mostrarme que cuando me inclino hacia Ti, puedo experimentar paz y el gozo asombroso de Tu presencia, sin importar las circunstancias de la vida que muchas veces están fuera de mi control. En el Nombre de Jesús. Amén.

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Salmo 91:1-2, El que habita al abrigo del Altísimo descansará a la sombra del Todopoderoso. Yo digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío». (NVI)

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© 2024 por Tina Fisher. Todos los derechos reservados.

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