Mediante el poder del Espíritu Santo, quien vive en nosotros, guarda con sumo cuidado la preciosa verdad que se te confió. 2 Timoteo 1:14 (NTV)

Había sido un día largo, y necesitaba dormir, pero aún tenía que llevar a mis hijos a la cama. Mi hija de dos años me trajo un libro sobre el evangelio y lo levantó hacia mi cara; era su forma de decirme que quería que le leyera.

Estoy demasiado exhausta para esto, pensé. Y después: si fuera de verdad una buena mamá, tendría más energía. Seguido por: ¿he hecho una sola cosa bien el día de hoy? La mitad del tiempo ni siquiera sé qué es lo que debería hacer.

«Está bien, lo leeremos una vez», le dije.

Cuando llegamos al final del libro, ella insistió en que empezáramos otra vez. Y después otra vez… y otra vez. Para la quinta vez que lo leímos, me di cuenta que el mensaje bello y simple no era sólo para ella, sino para mí también.

He conocido y creído en Jesús desde que yo era una niña pequeña, pero ese día, necesitaba Su Verdad para afrontar el caos en mi vida. Las mentiras del enemigo estaban amenazando con apoderarse de mi mente, pero cuando me fue recordada la vida, muerte y resurrección de Jesús, estaba lista para contraatacar.

Encontramos una idea similar en la segunda carta de Pablo a Timoteo, su asistente misionero que llegó a ser casi como un hijo para él. Pablo estaba esperando la muerte en una prisión romana cuando escribió esta carta, y había sufrido mucha persecución, pero su mayor preocupación era transmitir su pasión por el evangelio.

Por eso le dio a Timoteo una tarea importante: “Mediante el poder del Espíritu Santo, quien vive en nosotros, guarda con sumo cuidado la preciosa verdad que se te confió” (2 Timoteo 1:14). En el caos y la confusión del mundo, Pablo no quería que Timoteo perdiera de vista al Único que es Verdad y paz: Jesús.

Cuidar la Verdad comienza en nuestros propios corazones: cuando los días se sienten largos, la vida se pone difícil y el mundo se vuelve caótico, necesitamos predicarnos el evangelio a nosotras mismas otra vez… y otra vez. Al hacerlo, el Espíritu Santo nos lidera y nos guía, y también Él nos capacita para compartir las Buenas Nuevas con los demás.

Sé que necesito escuchar esto todos los días, y estoy segura que tú también. Mira, esta es la Verdad:

Jesús nos ama. Él murió para redimir nuestro quebrantamiento y hacernos justos con Dios, y Él resucitó para vencer la muerte para que todo aquel que cree en Él pueda tener vida eterna (1 Corintios 15:3-4; Juan 3:16). Mediante la fe podemos vivir con la seguridad de que un día Él regresará, hará nuevas todas las cosas y enjugará nuestras lágrimas (Apocalipsis 21:4-5).

Pidámosle a Jesús que llene nuestros corazones con pasión para conocer y proclamar esta Verdad preciosa, porque realmente son Buenas Nuevas.

Querido Dios, gracias por la salvación que me has dado por medio de Jesús. Muéstrame cómo cuidar el buen depósito del evangelio en mi vida. Dame el deseo de profundizar más en Tu Palabra para que, cuando lleguen las mentiras, yo esté lista para luchar contra ellas con Tu Verdad. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

1 Pedro 1:3, Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos… (NBLA)

Efesios 2:8-9, Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (NBLA)

¿Cómo puedes cuidar el evangelio en tu propia vida hoy? ¿De qué formas Dios te ha llamado a compartir Su Verdad con otros? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2024 por Catherine Martinez. Todos los derechos reservados.

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