Después, el SEÑOR descendió en una nube y se quedó allí con Moisés; y proclamó su propio nombre, Yahveh. Éxodo 34:5 (NTV)

Lo que pienses de Dios determinará en quién te conviertes.

Pero a menudo lo que creemos de Dios dice más de nosotros que de Dios. La tentación más antigua y primitiva, que se remonta a Adán y Eva en el jardín del Edén, es decidir por nosotros mismos cómo es Dios y si debemos vivir según Su visión del florecimiento humano o inventar una propia.

Los autores de las Escrituras lo plantean al revés. Desde Moisés hasta Mateo, dan por sentado que no tenemos ni idea de cómo es Dios. Jesús pasó una gran parte de Su tiempo en la tierra ayudando a la gente religiosa a ver que mucho de lo que pensaban sobre Dios era erróneo. Jesús observó a menudo: “Ustedes han oído que se dijo…”, seguido de: “Pero yo digo…”.

También en el Antiguo Testamento hay momentos culminantes en los que tenemos una visión totalmente nueva de quién es Dios. Somos testigos de uno de esos momentos en Éxodo 33, en una conversación entre Dios y Moisés, quien tenía una relación única con el Creador. Dios “…hablaba con Moisés cara a cara, como cuando alguien habla con un amigo” (Éxodo 33:11a, NTV).

Así que Moisés pidió a Dios que acompañara a los israelitas en cada paso de su viaje desde la esclavitud en Egipto hasta la libertad en una tierra nueva. Luego se atrevió aún más: “—Déjame ver tu gloria” (Éxodo 33:18a, NVI).

Moisés pidió ver a Dios, en persona, por lo que realmente es. Para Moisés, el “conocimiento racional” no era suficiente. Quería experimentar a Dios.

Dios le dijo amablemente a Moisés que no podía ver el rostro de Dios, sino moriría, “porque nadie puede verme y seguir con vida”. (Éxodo 33:20b, NVI). Pero Dios también dijo: “—Haré pasar delante de ti toda mi bondad y delante de ti proclamaré mi nombre, Yahveh” (Éxodo 33:19a, NTV).

Dios estaba diciendo que revelaría Su identidad a Moisés. Le revelaría a Moisés Su divinidad interior, la realidad más profunda de Su ser.

Así que Moisés subió a la cima del monte Sinaí. Entonces leemos algunas de las palabras más asombrosas de la Biblia: “Después, el SEÑOR descendió en una nube y se quedó allí con Moisés; y proclamó su propio nombre, Yahveh” (Éxodo 34:5).

Esto tiene implicaciones asombrosas para la manera en que nos relacionamos con Dios. Significa que Dios es una persona, un ser relacional. No una fuerza energética impersonal, ni un capítulo de un libro de texto de teología sistemática ni una religión mundial. Él quiere conocer y ser conocido.

A menudo oímos “una relación personal con Jesús” como un cliché, pero creo que no tenemos ni idea de lo explosiva que es esta idea.

Si te resulta difícil creer que Dios quiere una relación contigo o que Dios es mucho más de lo que tú crees que es, debes saber esto: el simple hecho de presentarte para experimentar a Dios es un paso en la dirección correcta.

Empieza usando la oración de Moisés: déjame ver Tu gloria.

Yahveh, Tú quieres que yo te conozca. Déjame ver la belleza de lo que Tú eres. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Todos vivimos a merced de nuestras ideas, y es algo que no vemos tan real como en nuestras ideas sobre Dios. Explora lo que el nombre de Dios dice sobre Su carácter con la edición actualizada de God Has a Name: What You Believe About God Will Shape Who You Become, de John Mark Comer.

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Juan 15:15b, … los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. (NVI)

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