Su gran amor perdura para siempre. Salmo 136:1b (NVI)
Sentía vergüenza. No quería que nadie supiera que sufría de ansiedad. Por la noche, me quedaba despierta, agotada por el insomnio. Durante el día, caminaba en la niebla, abrumada por las preocupaciones y me estresaba fácilmente. Mi corazón palpitante y mi pecho oprimido me dificultaban respirar libremente.
En el exterior, estaba cumpliendo con todo. Pero en el fondo, tenía miedo de priorizar el cuidado de mis emociones y de mi cuerpo.
Me preocupaba que los demás me pusieran una etiqueta de defectuosa o una carga si dejaba de ser “la responsable” y de cuidar de los demás. Al crecer, en mi familia monoparental, asumí este papel para superar los tiempos difíciles, y lo continué haciéndolo en mis amistades adultas, en el ministerio y en la maternidad.
Pero Dios me estaba cambiando el nombre para encontrar descanso con mi Salvador. Dios me trajo a la mente a un pasaje poderoso de las Escrituras donde le aseguró a Su pueblo en Israel que los restauraría y les cambiaría el nombre:
Nunca más se dirá de ti: «Abandonada», Ni de tu tierra se dirá jamás: «Desolada»;
Sino que se te llamará: «Mi deleite está en ella» (Isaías 62:4, NBLA, énfasis añadido).
De manera similar, para nosotras hoy, ninguna dificultad, pérdida o rechazo, ni siquiera la ansiedad, puede etiquetarnos porque somos hijas amadas de Dios.
Imagínate a Dios deleitándose en ti. ¿Se siente incómodo aceptar este nombre: Mi Deleite? Es vulnerable creer en algo tan audaz como esta promesa de Dios: No tienes que ganarte Mi amor. Tú eres Mi deleite. Tal y como eres.
El mundo dice lo contrario, diciéndonos que hagamos lo que sea necesario para ser dignos de amor, aceptación, inclusión y éxito. En el momento en que cometemos un error o no cumplimos con las expectativas de alguien, tenemos que comenzar a actuar y esforzarnos de nuevo. Aprendemos que el amor se puede perder, porque quienquiera que nos dé amor tiene el poder de quitárnoslo. Por lo tanto, nuestro valor queda ligado a lo que hacemos por los demás.
Pero Dios anuncia una verdad asombrosa: Tu valor verdadero está anclado a lo que Dios dice que eres. Él te ama.
Dios nos busca porque amarnos, vernos cobrar vida cuando recibimos Su amor, incluso en nuestros momentos más imperfectos, le trae gozo.
La ansiedad ya no es mi nombre. El amor incondicional de Dios me ha cambiado el nombre de agobiada a amada. “Su gran amor perdura para siempre” (Salmo 136:1b).
Si dejas de lado las etiquetas que te ponen, ¿cómo pasarías el tiempo de manera diferente? ¿A qué le dirías sí o no? Al priorizar el cuidado adecuado de tu salud física y emocional, puedes orar por sabiduría para saber qué responsabilidades mantener y cuáles soltar. Puedes apartar un tiempo para disfrutar de las cosas que energizan tu espíritu con deleite. Puedes ponerte en contacto con tus amigas para que te apoyen.
Sea lo que sea que te depare este día, eres amada. Tú eres nombrada por Él.
Jesús, ayúdame a decir “sí” a lo que se alinea con Tu nombre para mí, Mi deleite, y ayúdame a decir “no” a lo que no corresponde con ello. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Apocalipsis 2:17b, Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe’”». (NBLA)
¿Qué nombres o etiquetas te han puesto los demás? ¿Cómo te hace sentir que Dios te llama “Mi Deleite”? ¿Cómo cambia este nombre tu perspectiva? ¡Compártelo con nosotras en los comentarios!
© 2024 por Bonnie Gray. Todos los derechos reservados.
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