¿Por qué tengo este honor, que la madre de mi Señor venga a visitarme? Lucas 1:43 (NTV)
Uno de mis cuadros favoritos es La Visitación, pintado por Mariotto Albertinelli en 1503. Representa la historia de María, la madre de Jesús, cuando visita a su prima mayor, Elisabet, que era la madre de Juan el Bautista y descendiente del sumo sacerdote Aarón. Con una gran riqueza teológica, el cuadro me recuerda que estas mujeres, ambas destinatarias de un milagro, fueron honradas y elegidas por Dios para propósitos grandes y sagrados.
Estando frente al cuadro, me vi absorbida en la conexión que tenían, desde la cercanía de sus rostros hasta la forma en que se agarraban de las manos y todo lo que sus historias significan para el mundo que conocemos hoy.
Estas mujeres jugaron un papel esencial en el cumplimiento de la profecía de la venida del Mesías. Elisabet, a pesar de ser estéril debido a su edad avanzada, dio a luz al predecesor del Mesías, Juan. María, una virgen embarazada, dio a luz a nuestro Salvador, Jesús.
Después de que Elisabet fuera llena del Espíritu Santo en Lucas 1:41, exclamó a María:
“…—Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y tu hijo es bendito. ¿Por qué tengo este honor, que la madre de mi Señor venga a visitarme? Cuando escuché tu saludo, el bebé saltó de alegría en mi vientre. Eres bendita porque creíste que el Señor haría lo que te dijo” (Lucas 1:42b-45, NTV).
¡El trabajo del Espíritu Santo propició este encuentro histórico! María fue eclipsada por el Espíritu Santo (Lucas 1:35) mientras su útero formaba un tabernáculo viviente para el Hijo de Dios, al igual que la nube de Su presencia ensombreció el tabernáculo en el desierto (Éxodo 40:35). Y Elisabet fue llena del Espíritu Santo y profetizó más de 30 años antes de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo vendría a morar permanentemente en todos los seguidores de Cristo, cumpliendo Joel 2:28. Las palabras de Elisabet dieron testimonio de lo que ella sabía que era cierto.
Ella también preguntó con fe por qué “la madre de [su] Señor” venía a verla (Lucas 1:43). ¿Por qué es digno de atención? En este pasaje, la palabra griega para “Señor” es la traducción de YHWH, ¡el nombre del pacto de Dios en el Antiguo Testamento! ¡Elisabet estaba proclamando a través del Espíritu Santo que dentro del vientre de María estaba el Dios Altísimo! Su prima más joven llevaba dentro al Señor, y María sería dichosa por creer en Él.
Hermanas, en esta temporada de Adviento, que la historia de Elisabet y María nos recuerde que Dios ha reservado a mujeres como tú y yo para propósitos grandes y sagrados. Dios ha elegido a mujeres como Débora para guiar a Su pueblo (Jueces 4), a mujeres como Tabita para hacer el bien y para ayudar a los pobres (Hechos 9:36), y a mujeres como Priscila para enseñar a los evangelistas (Hechos 18:26). Las mujeres están totalmente hechas a imagen de Dios, ¡y Dios nos dice que somos buenas! Cuando nuestro Señor nos recuerde que Él hará por nosotras tal y como lo prometió, creamos en Él desde lo más profundo de nuestro ser, como nuestras hermanas Elisabet y María.
Padre, rechazamos las mentiras del enemigo que dicen que somos inferiores de cualquier manera. Te damos las gracias por utilizar a mujeres como nosotras para avanzar Tu Reino en la tierra. Y que el retrato que pintemos de nosotras mismas muestre que en Jesús, Tus promesas para nosotras son un sí y un amén. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Lucas 1:46-49, María respondió: —Oh, cuánto alaba mi alma al Señor. ¡Cuánto se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador! Pues se fijó en su humilde sierva, y de ahora en adelante todas las generaciones me llamarán bendita. Pues el Poderoso es santo y ha hecho grandes cosas por mí. (NTV)
Génesis 1:31a, Entonces Dios miró todo lo que había hecho, ¡y vio que era muy bueno! (NTV)
A menudo luchamos contra sentimientos de falta de valía e insuficiencia. Para combatir esos pensamientos, tómate tu tiempo para alabar al Señor por los dones únicos que Te ha dado y por cómo ha actuado en tu favor.
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© 2024 por Shala Wilson. Todos los derechos reservados.
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