En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: ─¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva. Juan 7:37-38 (NVI)

Para muchos creyentes en Jesús, el tema de la “devoción diaria” evoca un sentimiento de obligación o de culpa. ¿Te has sentido así?

La práctica de tener una devoción diaria fue enfatizada y mostrada en mi casa cuando era una niña. Y después de más de 60 años de caminar con el Señor, sigo creyendo en la importancia de pasar tiempo en la Palabra de Dios y orar cada día.

Pero he encontrado una gran libertad y gozo al darme cuenta de que el tiempo devocional no es tanto una obligación como una oportunidad increíble de conocer a Dios. Hay un mundo de diferencia entre marcar “devoción” en una lista de cosas por hacer y tener una devoción.

El Dios del universo nos ha invitado a acercarnos a Él y entrar en el Santo de los Santos, a experimentar una relación de amor íntima con Él. Como dice Santiago en su libro en la Biblia, “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8a, NVI).

Si eres hija de Dios, creo que hay algo dentro de ti que nunca llegará a ser satisfecho con algo menos que una comunión genuina y cercana con tu Padre celestial. Hasta que lo veas cara a cara, anhelarás y tendrás sed de conocerlo más.

Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así te anhelo a ti, oh Dios (Salmo 42:1, NTV).

Si tienes sed, las palabras de Jesús en Juan 7:37-38 son también una invitación de venir a Él, no a otro programa o a otro requisito más, sino a Jesús, la fuente de toda vida:

En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: ─¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.

Ven a Él, ven a Su Palabra y bebe. Bebe profundamente y sigue bebiendo y deja que Él apague tu sed. Y luego observa cómo ríos de agua viva fluyen a través de ti para saciar la sed de quienes te rodean.

Oh, Señor, gracias por la oportunidad preciosa de entrar en Tu presencia hoy y cada día, para conocerte y ser conocida por Ti, el Dios de toda creación. Aumenta mi sed por Tu Palabra y deja que Tu agua viva sea tan evidente en mi que aquellos que están a mi alrededor desarrollen una sed que sólo pueda ser saciada por Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Mateo 5:6, »Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. (NBLA)

En este pasaje del Sermón del Monte de Jesús, ¿quiénes, según dice Jesús, serán en última instancia bienaventurados?

¿Qué tesoros mundanos anhelas y buscas en lugar de Jesús y Su Palabra? ¿Qué puedes hacer para alejarte de esas cosas y dirigirte a Cristo hoy? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

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