Devocionales

Tres áreas en las que podemos hoy confiar en Dios

Lysa TerKeurst 19 de diciembre de 2024
»Fielmente diezmarás todo el producto de tu siembra, lo que rinda tu campo cada año. Comerás en la presencia del SEÑOR tu Dios, en el lugar que Él escoja para poner allí Su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino nuevo y de tu aceite, y los primogénitos de tus vacas y de tus ovejas, para que aprendas a temer siempre al SEÑOR tu Dios. Deuteronomio 14:22-23 (NBLA)

Dios no suele ir a un ritmo apresurado. Él prefiere los ritmos lentos, como morar, permanecer, aprender, recordar y simplemente estar en Su presencia.

Por eso los versículos claves de hoy tocan un tema tan crucial: si realmente queremos honrar a Dios, debemos confiarle nuestro ritmo, nuestro lugar y provisión. Profundicemos en cada uno.

  1. Nuestro ritmo

Observa la naturaleza lenta de la instrucción de Dios en Deuteronomio 14:22: “»Fielmente diezmarás todo el producto de tu siembra … cada año”. En otras palabras, Dios le dice a Su pueblo que vea y reflexione intencionalmente en el hecho de que la cosecha es Su regalo para nosotros. En el caso de los Israelitas, esta fue una instrucción para que no se apresuraran a vender su producto en el mercado, sin antes reconocer a Dios y apartar una porción de todo lo que Él les había dado.

Para nosotras hoy, esto se asemeja más a apartar el diezmo financiero como un acto de adoración, sin apresurarnos a ignorarlo. Pero hay otras áreas en las que también podemos caer en la prisa … reconozco que soy culpable de permitir que mi ritmo de vida me impida tomarme una pausa para buscar y honrar la mano activa de Dios en mi vida. Pero esto es lo que decido recordar hoy: lo que es santo nunca se apresura.

¡Oh, cómo anhelo vivir así! Debo aprender a apartar lo que honra a Dios si alguna vez deseo vivir apartada para Dios.

  1. Nuestro lugar

En Deuteronomio 14:22, el pueblo de Dios debía apartar su cosecha y traerla ante la presencia del Señor, al lugar donde Él decidió habitar. El lugar donde realmente somos renovadas y satisfechas no es una posesión, ni relación, ni un destino terrenal; lo que nuestras almas anhelan es la presencia de Dios, y no hay sustituto para Él.

Pero el mundo intenta ofrecernos sustitutos todo el tiempo. Estos son llamados “ídolos”, un ídolo puede ser cualquier cosa que persigamos para encontrar consuelo cuando nuestras almas claman por estar en la presencia de Dios. Es una adoración mal ubicada. Afecto mal ubicado. Consuelo mal ubicado.

Dios le dió a Su pueblo un ritmo para regresar a Su presencia, para que no acudieran a ídolos. Y esto sigue disponible para nosotras hoy. Podemos tomar una pausa ahora mismo, justo donde nos encontramos y regresar a la presencia de Dios en adoración.

  1. Nuestra provisión

Presta atención al propósito de Dios en apartar una décima parte de las cosechas de los israelitas: “para que aprendas a temer siempre al SEÑOR tu Dios” (Deuteronomio 14:23). Dios no necesitaba su alimento. Él no les estaba pidiendo comida. Esto era una ofrenda con el único propósito de entrar en comunión y conexión con el Señor mismo. Él quería llenar sus corazones con Su presencia.

Y aunque Dios ya no nos pide que le entreguemos una porción de nuestros granos, aceite o ganado, podemos decidir honrarle al devolver el diezmo a Él. No porque Dios lo necesite, sino porque Él es dueño de nuestros corazones. Es un acto de adoración y de entrega.

Honramos a Dios al regresarle una porción de cada provisión que Él nos confía.

Al observar a Jesús, vemos que Él afirmó estas verdades durante Su tiempo en la tierra. Él se aferró al deseo de Dios por un ritmo más lento. Aunque atraía a multitudes, Su corazón buscaba conexiones individuales (Lucas 8:40-56). Se despertaba temprano para mantenerse amorosamente en oración con Su Padre (Marcos 1:35). Buscaba oportunidades para disminuir su ritmo y prestar atención a personas sufrientes. Él anhelaba conversaciones privadas con aquellos más cercanos a Él, mientras disfrutaba de cenas largas (Marcos 14:12-25).

Amiga, tenemos hoy Su invitación. Una invitación para marcar ritmos nuevos en nuestras rutinas … para disminuir nuestro apuro, habitar con intención en la presencia de Dios y permanecer un poco más en Su amor.

Dios Padre, gracias por todos los regalos que has derramado en mi vida, especialmente por el regalo de Tu presencia. Hoy decido disminuir mi ritmo y buscar Tu rostro. Anhelo verte, escucharte y conocerte. Enséñame lo que significa permanecer. Ayúdame a descubrir lo que significa residir. Despierta en mí un deseo de permanecer. Y desborda mi corazón con Tu presencia, tanto que no pueda evitar reflejarte por donde quiera que vaya. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 20:7, Algunos confían en carros y otros en caballos, Pero nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos. (NBLA)

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© 2024 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.


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