Una nueva mirada a la gratitud

Una mañana temprano, en el supermercado cerca de mi casa, le dije a la cajera: «Estoy haciendo la compra para la semana antes de tener que ir a trabajar». Pero al escuchar mis palabras, sentí una convicción en mi espíritu.

¿Tengo que ir a trabajar? Mi trabajo es maravilloso. El proyecto de ese día me llenaba de emoción. La verdad es que tengo el privilegio de ir a trabajar. Entonces, ¿por qué no dije eso?

Es fácil estar agradecida y entusiasmada con las partes amenas de la vida y las situaciones que se resuelven a nuestro agrado. Es más difícil cuando las luchas dominan nuestros momentos cotidianos, los obstáculos y las distracciones obstruyen nuestros objetivos o las situaciones irresolubles no tienen sentido.

Aun así, el apóstol Pablo nos instruye: “den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).

En todas las cosas, ¿es eso posible? Sin embargo, Pablo dijo que esta es la voluntad de Dios para nosotras. Cuando vemos la vida desde la perspectiva eterna de Dios y encontramos contentamiento en cualquier situación en la que estemos, descubrimos que es posible agradecerle por lo que tenemos.

Pablo dijo a sus lectores en la ciudad de Filipos: “Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza” (Filipenses 4:8, NTV).

Enfocarnos en la perspectiva de Dios sobre la Verdad y meditar en las cosas de la vida que son dignas de alabanza nos ayudará a recordar el conjunto de bendiciones que se encuentran dentro de cualquier cosa que hagamos. Por ejemplo, no tengo que lavar los platos; tengo platos que puedo lavar. Dios me ha bendecido con comida y vajilla. Tengo la fuerza física para completar las tareas domésticas, los medios para comprar comida y un trabajo que me brinda apoyo.

La gratitud constante por todo en mi vida sigue siendo difícil a veces. Pero estoy ganando terreno en estar alegremente contenta en todas las circunstancias al cambiar mi perspectiva sobre las cosas pequeñas de mi rutina diaria. Y estoy dando un segundo vistazo a los comentarios que hago a los demás. Se podría excusar mis palabras pesimistas al empleado de la tienda racionalizando que las palabras “tengo que” es una expresión común. Pero decir “tengo el privilegio” refleja con mayor precisión mis valores cristianos y me da la oportunidad de compartir mi fe llena de gratitud de una manera encantadora.

Hagamos hoy una búsqueda sobre nuestro uso de la frase “tengo que”. Lleva un registro de cuántas veces la dices. Luego, mañana, haz una búsqueda con reemplazo, intercambiando “tengo que” por “tengo el privilegio de”. Observa cómo cambia la reacción de aquellos que escuchan tu nueva perspectiva. Tus palabras podrían hacer que un día tenga más gratitud para otra persona.

Gracias, Padre, por todo lo que me das. Quiero estar en contacto Contigo hoy para decirte repetidamente lo agradecida que estoy por todos Tus buenos regalos. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

La clave para la gratitud es satisfacernos en Dios. En su libro Deléitate en Dios, A. W. Tozer demuestra cómo los atributos del carácter de Dios son nuestro camino para entender la vida cristiana de adoración y de servicio. Estamos aquí para servirle y adorarle a Dios, y solamente podemos cumplir esa misión si reconocemos quién es Él. Esta es la fuente de toda nuestra plenitud, gozo y consuelo.

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PROFUNDICEMOS

Filipenses 1:3, Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. (NVI)

¿Qué personas ha puesto Dios en tu vida que te bendicen y te benefician? Puedes dar pasos para ser agradecida en todas las cosas agradeciendo a Dios por cada persona con la que te conectes hoy.

Comparte sobre alguien con quien estás agradecido de poder compartir la vida en los comentarios.

© 2025 por Karen Wingate. Todos los derechos reservados.

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