El camino a la redención

«Tenemos que hablar de nuestros pasados…»

Mi ahora esposo, Ryan, y yo estábamos saliendo, y las cosas se estaban poniendo serias. Había varias conversaciones que necesitábamos entablar a medida que nos acercábamos a comprometernos. Mi pasado era un área que evitaba con cada fibra de mi ser. Pero sabía que si quería el futuro que Dios tenía para mí, necesitaba enfrentar el pasado que me perseguía.

La cuestión es: ¿cómo volvemos a nuestro pasado de forma tal que brinde sanidad y libertad?

Debemos entender aquello que nos impide alcanzar la sanidad y la libertad:
la vergüenza.

La vergüenza entró al jardín del Edén en Génesis 3 cuando Adán y Eva comieron del árbol prohibido, desobedeciendo el mandato de Dios. Al tomar esa decisión, se dieron cuenta que estaban expuestos, y se alejaron de Dios en lugar de acercarse a Él. El huir de Dios alimenta la vergüenza. El correr hacia Dios alimenta la libertad. La dirección en la que nos movemos dicta nuestra libertad.

El problema con la vergüenza es que no sólo se limita a lo que hemos hecho. Nos convence de creer mentiras sobre quiénes somos y ataca nuestra verdadera identidad.

Entonces ¿qué hacemos con la vergüenza?

Amiga, necesitamos regresar a nuestro pasado. Ya sé que se siente aterrador. Pero tengo buenas noticias para ti: tú no tienes que regresar a tu pasado con el enemigo.

Por años, esta fue la razón por la que nunca pude encontrar libertad. Estaba reviviendo mi pasado con el enemigo, el maestro de las mentiras. Cuando hacemos esto, él nos mantiene repasando los mismos errores del pasado, sin alivio a la vista.

En cambio, regresemos con Jesús. El enemigo quiere que volvamos a revivir los errores. Jesús quiere llevarnos de vuelta para redimirnos.

¿Cómo lo ponemos en práctica?

1. Nosotras escogemos en qué pensar. Por años, cuando recuerdos del pasado me venían a la memoria, no los confrontaba. Los revivía. Jesús nos ofrece un modo mejor para abordarlos. Filipenses 4:8 nos da un marco de referencia sobre cómo pensar:

Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza (NTV).

2. Traemos a la gente a nuestra vergüenza. En el diseño de Dios, Él nos envía personas para recordarnos que hay libertad en Cristo. Santiago lo expresa de esta manera: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados” (Santiago 5:16a, NVI).

Cuando dejamos que la gente entre, la libertad empieza a reemplazar nuestra vergüenza poco a poco.

3. Tomamos a Dios por Su palabra. El Salmo 145:8 nos recuerda Su carácter: “El SEÑOR es misericordioso y compasivo, lento para la ira y grande en amor”.

Amiga, revive esos recuerdos con Jesús. Déjalo redimir espacios, amistades, recuerdos, ciudades natales, familiares y más, como sólo Él puede hacerlo. Tú lo nombras, y Él puede redimirlo.

Querido Dios, ayúdame a confiar en Ti como el máximo Redentor de mi historia, y permíteme caminar en Tu libertad. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Filipenses 1:6, Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús. (NBLA)

Ya sea que escribas un versículo del devocional de hoy, que llames a una amiga o que clames a Dios en oración, ¿cuál es el siguiente paso que puedes tomar hoy para caminar en libertad? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

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