¿No clama la sabiduría, Y levanta su voz la prudencia? En la cima de las alturas, junto al camino, Donde cruzan las sendas, se coloca; Proverbios 8:1-2 (NBLA)
La granja de mis abuelos es uno de mis lugares favoritos. Cuando era niña, pasaba largos días con mis hermanos y primos recorriendo sus rincones, trepando por montones de heno o montando en motos de nieve, construyendo fuertes o buscando gatitos.
Había una gran campana de hierro fundido junto a la puerta trasera y, cuando la escuchábamos, sabíamos que era hora de entrar. Seguramente nos esperaba comida caliente y, en invierno, tazas de chocolate caliente o té ruso. Fuera cual fuera la estación, la campana indicaba que mi madre, mi abuela y mis tías nos llamaban a casa.
A veces pienso en esa campana, sobre todo cuando oigo el llamado a encontrar mi voz. El mundo nos dice que aumentemos nuestro volumen, que insistamos, que exijamos que se nos escuche. Y entiendo la invitación. Pasé muchos años dudando el elevar mi voz. Temía ser demasiado. Me preocupaba que no me entendieran, o salirme de mi carril. Algo me atrae a sentirme autorizada a hablar en estos espacios donde antes me sentía silenciada.
Pero, ¿y si encontrar mi voz no tuviera que ver con autoridad o volumen? ¿Y si se asemeja más a la campana de la cena de mi abuela? Claro que hace un sonido fuerte pero también reúne, cobija, restablece y da la bienvenida.
Proverbios 8 pinta una imagen de la Señora Sabiduría clamando:
¿No clama la sabiduría, Y levanta su voz la prudencia? En la cima de las alturas, junto al camino, Donde cruzan las sendas, se coloca; (Proverbios 8:1-2).
Ella no susurra desde las sombras ni grita para impresionar. En cambio, alza la voz en las encrucijadas, donde los transeúntes deben lidiar con su llamar. No alardea ni habla por encima de los demás. Más bien, guía, invitando a todos los que escuchan su voz a temer al Señor, a elegir el camino de la sabiduría.
En Lucas 13:34, Jesús se comparó a Sí mismo con una gallina que reúne a sus polluelos. Me pregunto si utilizó esta imagen femenina para resaltar el poder único de la voz de una mujer. Cuando nuestros corazones son moldeados por la Palabra y el Espíritu de Dios, nuestras voces pueden convertirse en invitaciones poderosas para que otros conozcan a Cristo, le pertenezcan y vivan en Su libertad.
A pesar de lo que dice el mundo, no necesitas un micrófono o una plataforma. Sólo necesitas hablar allí donde Dios te ha puesto: en tu cocina, en tu lugar de trabajo, en el parque infantil, alrededor de tu mesa. Tu voz, anclada en la verdad, sazonada con la gracia y fortalecida por Aquel a Quien la Sabiduría siempre apuntó, puede ser exactamente lo que alguien necesita oír hoy.
Como una campana que suena en una noche tranquila, podría ser justo lo que el Señor utilice para ayudar a otros a encontrar su camino a casa.
Padre Celestial, gracias por darme una voz y por llamarme a hablar con sabiduría y amor. Ayúdame a elevar mi voz con humildad y valentía. Dame sabiduría para administrar las oportunidades que me has dado para hablar. Por favor, usa mis palabras como Tu instrumento de gracia. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Proverbios 31:26, Abre su boca con sabiduría, Y hay enseñanza de bondad en su lengua. (NBLA)
Colosenses 4:6, Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona. (NBLA)
¿En qué parte de tu vida te está invitando Dios a elevar tu voz con sabiduría?
¿Quién a tu alrededor necesita escuchar palabras de verdad, gracia o aliento hoy? ¡Comparte con nosotras en la sección de comentarios!
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