«¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía y hemos venido a adorarlo». Mateo 2:2 (NTV)
Cuando mis hijos eran pequeños, nuestra familia tenía una tradición que mantuvimos durante más de 20 años. Cada diciembre, elegíamos una noche para disfrutar de una pizza de pollo a la barbacoa y helado de menta. Luego nos amontonábamos en el auto y salíamos a ver las luces navideñas. Mejor aún era la experiencia si caía una nevada ligera, ya que hacía que las luces brillantes bailaran en el trasfondo de la noche.
Cada niño elegía un personaje navideño o invernal para buscar en las decoraciones, y llevaba la cuenta de cuántos veía. Kenna buscaba muñecos de nieve, Mitchell los renos. Y a Spencer le encantaba descubrir uno o dos Grinch verdes. Quien eligiera al personaje más visto ganaba un premio pequeño.
Nuestra tradición familiar evoca dulces recuerdos; sin embargo, había un aspecto inquietante de nuestra aventura anual. Por mucho que buscáramos, en la zona donde vivíamos, rara vez encontrábamos un pesebre con Jesús.
Con sus pijamas de pata y los ojos muy abiertos, nuestros niños se reían al ver a los personajes. Sin embargo, el sentido de la Navidad es Jesús, y rara vez lo encontrábamos.
Este año, no solo en nuestras comunidades, sino también en nuestros corazones, busquemos a Jesús con esmero y diligencia, tal como lo hicieron los reyes magos en Mateo 2:1-2.
Jesús nació en Belén de Judea durante el reinado de Herodes. Por ese tiempo, algunos sabios de países del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía y hemos venido a adorarlo» (NTV).
Podemos encontrarnos fácilmente abrumados por las responsabilidades durante la temporada navideña. Aunque nos esforzamos al máximo para cumplirlo todo, es fácil pasar por alto al Niño Jesús. Corremos a toda prisa para organizar una gran fiesta, ignorando prácticamente a Aquel que la representa. Pero estos sabios del oriente dejaron sus deberes diarios, sus hogares y sus estudios, hicieron todo lo posible para recorrer muchos kilómetros por el desierto para encontrar a Jesús. Como ellos, necesitamos romper con nuestras rutinas y el ajetreo para buscar a Jesús.
Puede que signifique detenernos mientras hacemos compras para sentarnos tranquilamente en el carro, orando para que Dios nos ayude a centrar nuestros pensamientos en Jesús más que en las tareas navideñas. O tal vez requiera que dejemos de lado nuestra lista de tareas pendientes y tomemos nuestra Biblia, leyendo y absorbiendo el relato del nacimiento milagroso de Jesús.
Sea como sea, busquemos con esmero a nuestro Salvador. Él está ahí, en medio del ajetreo. Y cuando lo encontremos, no guardemos para nosotras la maravilla de Su amor… más bien que lo compartamos. Que sirvamos a los demás, los bendigamos con intención y dejemos de mirarnos a nosotras mismas para centrarnos en el verdadero motivo de la Navidad.
Querido Señor, ayúdame a buscarte y encontrarte con cuidado, como lo hicieron los reyes magos. Qué pueda compartir el don de Tu amor con quienes me encuentre en esta Navidad. En el Nombre de Jesús, Amén.
¡Qué repiquen las campanas del trineo! ¡Qué canten los cantantes de villancicos! Max Lucado ama todo esto, porque en medio de la alegría, alguien está obligado a preguntarse: ¿cuál es la gran cosa acerca de un bebé en un pesebre? En su libro A causa de Belén, Lucado explica que la Navidad es el comienzo de lo que celebra la Pascua: la historia impactante de nuestro Amigo, Rey, y Salvador.
¿Buscas más aliento? Proverbs 31 Ministries tiene recursos bíblicos gratuitos en español que traerán esperanza y te ayudarán a navegar el día a día.
Jeremías 29:13, Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. (NBLA)
Lucas 2:11-12, porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: hallarán a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». (NBLA)
¡Lleva a tus hijos o a tus amigas y lánzate a la aventura de bendecir a otros! Llama a un albergue para personas sin hogar o a un asilo de ancianos para preguntarles qué necesitan, ya sean abrigos, mantas, comida, visitas, etc. Sea lo que dones, considera dejar una nota escrita a mano para quien la reciba declarando: “Jesús vino a la tierra brevemente para vivir con nosotros y así hacer posible que vayamos al cielo a vivir para siempre con Él. ¡Feliz Navidad!”.
¿Recuerdas alguna tradición entrañable de las Navidades de tu infancia? ¿Cómo puedes crear tradiciones nuevas hoy que se centren en Cristo y enseñen a otros a hacer lo mismo? Comparte tu opinión en los comentarios.
© 2025 por Karen Ehman. Todos los derechos reservados.
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