Desenvuelve Su presencia navideña

Los planes para una navidad perfecta rondaban en mi cabeza. Casi toda la familia de ambos lados vendría a nuestra casa. Nunca habíamos sido anfitriones de una cena navideña y la esperaba con ansias.

Pero en medio de todos los preparativos, me enredé con las luces navideñas y las expectativas poco realistas. Cuando llegó la gente, estaba deseando que se fueran.

Todo empezó cuando mi marido, JJ, y mis hijos solicitaron luces parpadeantes de colores en el árbol. «No utilizamos luces de colores en el árbol. Yo soy una chica de luces blancas», insistí. En ese momento, la maniática del control en mí ya estaba entrando un poco en pánico y la tensión continuó creciendo.

Había soñado con tener la casa perfecta, el menú perfecto y la mesa perfectamente puesta. Pero mis esperanzas se desvanecieron la noche antes de que llegaran los invitados, cuando no pude encontrar servilletas de tela festivas y me di cuenta de que no tenía una bandeja lo suficientemente grande como para cocinar un pavo.

Cuando llegó la navidad, tenía la casa llena de gente, pero el corazón completamente vacío.

Mientras caminaba por mi sala recogiendo papel de regalo, me preguntaba por qué mis sueños de una “Navidad perfecta” no se habían hecho realidad. Muchos elementos parecían estar en su lugar, pero faltaba algo.

Tratando de escapar del ruido del día festivo, subí a mi recámara. Respirando profundamente, abrí mi Biblia para leer la historia de Navidad en Lucas 2. Lentamente, dejé que cada palabra me recordara de aquella primera noche de Navidad y la promesa de Dios que se cumplió en Belén cuando “María dio a luz a su primer hijo varón. Lo envolvió en tiras de tela y lo acostó en un pesebre” (Lucas 2:7a, NTV)

Una referencia cruzada me llevó a Isaías 7:14: “¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”)”.

Cerrando los ojos, imaginé a María envolviendo al niño Jesús; sus manos doblaban con cuidado cada esquina de la tela como si fuera un regalo precioso. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que me había estado perdiendo. En el ajetreo de crear la Navidad perfecta, había olvidado abrir el regalo más importante de todos: Emanuel, Dios con nosotros.

Inclinando mi cabeza, abrí mis manos y mi corazón a la presencia de Dios. Invité a Jesús a traer calma a mi corazón ansioso. A traer Su perspectiva a mis expectativas y ayudarme a disfrutar del regalo de tener a mi familia esperándome abajo. Esa oración sencilla trajo paz a mi corazón como nada que las luces blancas o un escenario navideño perfecto podrían haberme dado jamás.

A pesar de todo, resultó ser la Navidad perfecta.

Amado Señor, no importa lo ocupada que esté esta temporada ni cuán sola me sienta esta Navidad, quiero desenvolver y experimentar el regalo de Tu presencia. Ayúdame a verte, a escuchar Tu voz susurrando a mi corazón y a escuchar cuando me guías con Tu paz y Tu perspectiva. Por encima de todo, busco Tu corazón y Tu propósito en todos mis planes. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Isaías 26:12, SEÑOR, tú estableces la paz en favor nuestro, porque tú eres quien realiza todas nuestras obras. (NVI)

Juan 14:27, »La paz les dejo, Mi paz les doy ; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo. (NBLA)

¿Qué podría ser lo más difícil para ti en los próximos días? ¿Cuándo podrás encontrar tiempo para sumergirte en la perspectiva y la paz de Jesús? Nos encantaría saber tu opinión en los comentarios.

© 2025 por Renee Swope. Todos los derechos reservados.

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