Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos. Isaías 55:9 (NTV)
Cuando era niño, los maestros de la escuela dominical usaban figuras de fieltro para recrear las historias de las Escrituras sobre un fondo de franelógrafo verde.
Esa técnica de narración bidimensional puede haber sido un paso adelante de una lectura unidimensional de la historia, pero ahí es donde muchos de nosotros nos quedamos estancados en nuestra relación con Dios.
Para muchos, el Dios de la Biblia nunca se escapa de las páginas de la Biblia. Terminamos con un “dios” de franelógrafo que nunca puede sorprendernos, abrumarnos o trascendernos. Ahí es cuando necesitamos descomponer y reconstruir nuestra comprensión de quién es Dios.
En el principio, Dios nos creó a Su imagen (Génesis 1:27). Hemos estado creando a Dios a nuestra imagen desde entonces. Ese es nuestro antiguo error. Proyectamos nuestra historia, personalidad y política sobre Dios. Pensamos en Dios en términos puramente humanos. El resultado es un dios, con “d” minúscula, que se parece a nosotros, piensa y vota como nosotros. Pero cuando filtramos nuestra teología a través de nuestra historia, personalidad o política, se llama idolatría.
Una parte de nosotros quiere un Dios que podamos controlar en detalle. Pero cuando intentamos encasillarlo, lo excluimos de la transformación de nuestras perspectivas y prioridades. No hay lugar para el misterio ni los milagros. Terminamos con una versión reducida de Dios, alguien que no es lo suficientemente grande para superar nuestras deficiencias ni lo suficientemente bueno para sostenernos durante el dolor y el sufrimiento.
En algún momento, muchos de nosotros experimentamos una crisis de fe porque maduramos más allá de nuestra comprensión elemental de Dios. Eso puede ser aterrador, pero es una etapa necesaria en el crecimiento espiritual. Es la crisálida por la cual una oruga se convierte en mariposa.
¿Qué pasaría si empezáramos a fijarnos en los millones de milagros pequeños que nos rodean? ¿Qué pasaría si empezáramos a reimaginar al Dios que creó esos milagros? Isaías 55:8-9 nos dice:
«Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos», declara el SEÑOR. «Porque como los cielos son más altos que la tierra, Así Mis caminos son más altos que sus caminos, Y Mis pensamientos más que sus pensamientos (NBLA).
Dios compara la diferencia entre nuestros pensamientos y los Suyos con la distancia de un lado del universo al otro. La última vez que lo verifiqué, la distancia de un lado del universo al otro es 93 mil millones de años luz. ¡Eso significa que tu mejor pensamiento en tu mejor día está a 93 mil millones de años luz de lo grande y bueno que es Dios! En pocas palabras, tu “dios” es demasiado pequeño.
De hecho, ¿qué pasa si, de todos los problemas que tienes, el mayor problema es tu perspectiva demasiado pequeña de Dios? Tal vez sea hora de ampliar tu comprensión del Dios que es más grande que grande, más cercano que cercano y más bueno que bueno. Un Dios que está a 93 mil millones de años luz más allá de cualquier cosa que puedas pedir o imaginar.
Dios, gracias porque eres lo suficientemente grande para superar mis debilidades. Eres lo suficientemente bueno para sostenerme. Estás lo suficientemente cerca para estar conmigo ahora mismo. Quiero madurar más allá de mi comprensión limitada de Ti y acercarme más a quién eres. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Efesios 3:20-21, Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén. (NVI)
¿De qué manera has encasillado a Dios, sin dejar lugar para los milagros? ¿Cómo sería diferente tu día de hoy si tuvieras una visión más amplia de quién es Dios? Comparte con nosotros en los comentarios.
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