Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. Gálatas 5:25 (NVI)
Rachel y yo nos sentamos en los escalones desgastados por el clima que bajaban hasta una playa inmaculada. Teníamos asientos en primera fila mientras el sol de la mañana estiraba sus brazos sobre el horizonte. Rachel estaba sufriendo. Yo estaba tratando de demostrarle mi amor para que sanara. Aire salado. Mar salado. Mi amiga, sal de la tierra. Es difícil tener una mejor combinación cuando tu alma está mal.
La vida de Rachel había dado algunos giros inesperados. Déjame parafrasear eso. No era que su vida “había dado” algunos giros inesperados como si ella no tuviera nada que ver con eso. Ella se había alejado del camino de Dios, y ella había dado algunos giros inesperados. Ella se había rendido a la tentación sexual y, como resultado, perdió su matrimonio, así como la confianza de sus hijos y muchos de sus amigos. Rachel había perdido su verdadero ser.
Mientras estábamos sentadas en el último escalón con nuestros dedos de los pies enterrados en la arena fresca, nos quedamos viendo al mar cristalino. Era como si Jesús hubiese dicho, “Paz, quédense quietos” y el viento y las olas obedecieron. La arena, suave y peinada por la brisa nocturna, aún no había sido alterada por los pies de los vacacionistas, las cubetas de los niños o las sillas de quienes se asoleaban.
«Todos cometemos errores», suspiré. «Sólo son diferentes».
Rachel dejó de mirar el océano para ver un conjunto de huellas de llanta que iban corriendo cerca de la orilla del agua. Dos surcos superficiales. Marcas paralelas. Surcos que nunca se desviaron uno del otro, tan lejos como el ojo podía ver. Si uno cambiaba de dirección, el otro también en conjunto.
«Me gustaría que la vida fuese así», suspiró.
«¿Cómo qué?» Pregunté.
«Como esas huellas de llanta», contestó. «Nosotras y Dios. Yo y Dios. Siempre moviéndonos en conjunto. Lado a lado. Enganchados juntos. Moviéndonos en la misma dirección. Conectados. Fácilmente. Perfectamente alineados».
Nos sentamos en silencio, mirando fijamente a las huellas, las dos conscientes de la razón por la que la mayoría se desvía del camino de Dios. Se separan a sí mismas del Maestro y hacen sus propios caminos. Voluntariamente sueltan la mano de Dios y se alejan.
A la vida cristiana frecuentemente se le refiere como nuestra caminata espiritual. “(Porque por fe andamos, no por vista).” animó Pablo a la iglesia corintia (2 Corintios 5:7, LBLA). Otra versión traduce el mismo verso así, “Vivimos por fe, no por vista” (NVI).
Pablo escribió a los gálatas, “Digo, pues: Anden en el Espíritu, y así jamás satisfarán los malos deseos de la carne. […]Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu.” (Gálatas 5:16, 25, RVA-2015). De nuevo, la NVI dice, “Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu” (versículo 25, énfasis añadido).
Me encanta la idea de andar guiada por el Espíritu Santo. Qué maravillosa forma de vivir: caminando guiada por y siguiendo el ritmo del Espíritu Santo en la vida diaria.
Rachel y yo nos paramos de los escalones, pusimos nuestros pies sobre los surcos de las llantas en la arena y caminamos en su sendero. Cantando, adorando y alabando a Dios porque no importa qué tan lejos de Su camino nos desviemos, Él siempre nos recibe de regreso a caminar con Él.
Padre Celestial, mantenme en el buen camino hoy. Que yo sea conocida como una mujer que camina contigo. Sé mi líder. Guíame. Enséñame Tu camino. Padre, no me dejes correr delante de Ti o quedarme atrás de Ti; apóyame y déjame caminar establemente junto contigo. Que tu Espíritu me guíe para caminar en el camino que me has ordenado para que pueda vivir, prosperar y prolongar mis días. Rodéame para que no me desvíe ni a la derecha ni a la izquierda, sino que mantenga mis pies en el camino que Tú has marcado para mí. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Proverbios 4:26-27 Traza un sendero recto para tus pies; permanece en el camino seguro. No te desvíes, evita que tus pies sigan el mal. (NTV)
Recursos Adicionales
¿Te has salido del camino de Dios? Si has cometido errores que desearías revertir, revisa estos devocionales que son recordatorios de la gracia de Dios:
Eligiendo aceptar la gracia en todo por Laura Bailey
Diamantes e incendios de basura por Jada McClintick
Cuando el gallo canta por Anitha Abraham
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