Devocionales

La evidencia de una vida de perdón

Lysa TerKeurst 15 de octubre de 2020
Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. Romanos 12:18 (NVI)

Hay un contexto interesante alrededor del versículo clave del día de hoy que vale la pena analizar y desmenuzar.

Pablo no escribió lo que se convirtió en el libro de Romanos mientras estaba en unas vacaciones pacíficas con gente y circunstancias pacíficas. Escribió esta instrucción en medio de gente que se oponía a él y en situaciones llenas de dificultades.

Una de las razones por las que escribió su carta a los Romanos es porque la paz no habría sido fácil para ellos. Se habría sentido tan poco natural para ellos como lo es para nosotras en medio de constantes dificultades, oposición interminable y diferencias relacionales.

Yo me identifico mucho con esto. Parece que me despierto cada día con una nueva serie de problemas. Tal vez hoy no sea un evento grande, desgarrador y que te cambia la vida lo que está afectando tu paz. Tal vez es una frustración o decepción continua con un miembro de tu familia. O un malentendido con una amiga. O incluso un comentario grosero que alguien dejó en tus redes sociales. Los conflictos parecen no tener fin.

Sin embargo, Pablo está recordando, a cada persona que lee estos versículos, que la paz es posible. Los griegos pensaban que la paz era la ausencia de hostilidad. Pero Pablo les enseña que la paz es la atmósfera que podemos llevar a la hostilidad. Esta paz es una plenitud que tenemos debido a nuestra relación con Dios.

En Juan 14:27, Jesús dijo: La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.

La paz a la que se refiere aquí es "para mantener o conservar la paz". La paz es un regalo que Dios nos da a los creyentes, y ese regalo es una evidencia para el mundo de que somos diferentes por nuestra unión con Cristo. Nuestra unión con Cristo hace posible esta paz.

Pero es nuestra demostración de esta paz, especialmente en medio de las dificultades, lo que la hace que se vea particularmente rara y extraña.

Vivir en paz con todos parece imposible y ridículo. Y aún así, cuando lo imposible se hace posible gracias a Jesús en nosotras, no hay mayor testimonio que podamos compartir.

Este tipo de paz es una evidencia importante de la realidad de Jesús. No hay nada más poderoso para llevar a una situación que al mismo Príncipe de Paz. (Isaías 9:6) Sólo con pronunciar el nombre de Jesús, la paz está ahí.

Y no perdamos el contexto de todo esto. Pablo no dice, "En la medida en que dependa de que otras personas traigan la paz". Ni tampoco dice, "Mientras los conflictos terminen de forma pacífica". No, él dice, "y en cuanto dependa de ustedes".

En otras palabras, las decisiones de otras personas no impiden la paz en mi vida. La paz es posible gracias a mis decisiones.

Y ahí es cuando admito que sólo quiero tirarme al suelo y declarar en voz alta, "¡Pero yo no soy Jesús!" Uf.

Amigas, esto es realmente posible. Pero sólo si rendimos nuestras ofensas diariamente, mantenemos nuestros corazones limpios de amargura y permanecemos humildes incluso cuando nos lastiman.

Así que, aunque esta enseñanza puede ser un desafío, también nos abre los ojos y nos fortalece. Siempre pensé que la paz era posible cuando había una ausencia de caos. Pero el caos va y viene indistintamente en este mundo ahogado en pecado. Yo no puedo controlar el caos, pero puedo controlar mis decisiones.

Ahora me doy cuenta de que la antítesis de la paz no es el caos, es el egoísmo. Y la mejor manera de no invitar al egoísmo es estando en la humildad del perdón.

La paz es la evidencia de una vida de perdón.

No es que la gente que te rodea sea pacífica, o que todas tus relaciones sean perfectamente apacibles todo el tiempo. Más bien, es tener un conocimiento profundo de que te has liberado de los efectos vinculantes y la fuerza constrictiva de la falta de perdón y los sentimientos restrictivos de la injusticia.

Has intercambiado todo ese drama por algo mejor: la paz.

Vivir en la comodidad de la paz es mucho mejor que vivir en las restricciones de la falta de perdón.

Esto hace una gran diferencia en mi vida. Es parte de mi proceso de cooperación con Dios. Superar el mal con el bien. Vivir en paz siempre y cuando dependa de mí.

Dejando espacio para que Dios trabaje con quien necesito perdonar. Orando por la misericordia de Dios. Buscando el rostro de Dios. Conociendo la bondad de Dios. Viviendo en la presencia de Dios.

Y en eso, estoy viendo la belleza de Dios.

Jesús, hoy oro para que me muestres cómo ser una pacificadora. Como el Príncipe de Paz, estabiliza mi corazón para entregarte el control de las situaciones. Ayúdame a desenredar cualquier sentimiento de dolor no resuelto en mi corazón para que pueda realmente caminar en la belleza del perdón. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. Romanos 12:18 (NVI)

Recursos Adicionales

Si quieres leer más sobre el perdón y la paz, echa un vistazo a los tres devocionales a continuación:

Cuando parece imposible lograr la paz por Lysa TerKeurst
Cuando el perdonar aún duele por Corrie Gerbatz
Perdonando el último diez por ciento por Meredith Houston Carr

Reflexiona y responde

En medio de un mundo lleno de conflictos y caos, ¿cómo te animó el devocional de hoy para que la paz sea posible en tu propia vida? ¿Hay alguna decisión que debes tomar hoy para conseguir la paz? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

 

© 2020 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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