pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9 (NVI)
Estaba sumergida hasta los codos en espuma de jabón una mañana hace años, cuando el llanto de mi hija de 4 años me impulsó a soltar el trapo y correr a la otra habitación. Maggie había estado coloreando un dibujo, pero cuando llegué a su lado, el papel estaba arrugado y roto en el suelo.
«Cariño, ¿qué pasa?» le pregunté.
«No puedo colorear dentro de las líneas», se quejó Maggie.
Recuperando el papel arrugado, lo alisé con la palma de mi mano. El gatito de la página para colorear parecía haber sido atrapado en un fuego cruzado.
«¿Ves?» dijo mi niña de edad preescolar, mientras frotaba furiosamente la crayola sobre los agujeros del papel.
Podía sentir la frustración de Maggie mientras veía sus hombros tensarse con cada movimiento ondulante. Cuanto más presionaba esa crayola color ciruela en la página, más se rasgaba la imagen bajo sus esfuerzos.
Maggie declaró: «Simplemente no puedo hacer nada hermoso».
Qué comentario más curioso de una niña que podía esculpir pasteles gourmet de plastilina y crear obras maestras en el camino de entrada con un puñado de tiza en la acera. Aunque era una artista de verdad, mi hija aún no se había dado cuenta de que la belleza no siempre se mide entre líneas.
Maggie suspiró y dejó la crayola, y me reconocí en su cansancio al esforzarse. Allí, en el ceño fruncido de mi hija de 4 años, vi a la madre que una vez había tratado de vivir dentro de un conjunto de líneas invisibles.
Nadie me había escrito las reglas de la buena crianza. Fueron el resultado de mis propias expectativas, ideas nobles moldeadas por libros bien intencionados para mamás, publicaciones fabulosas en las redes sociales y mi propio evangelio de chica buena.
Mis líneas declaraban que una buena mamá mantiene la casa limpia, hornea pan desde cero y llega a todas partes a tiempo. Una buena madre sabe qué hacer cuando su hija adolescente se queda en silencio, cuando una niña pequeña se niega a comer sus verduras o cuando un pequeño de 6 años lanza una red de mentiras.
No importa cuánto lo intentara, mi vida continuaba saliéndose de las líneas.
Estaba segura de que una buena madre nunca se acuesta en la cama por la noche preguntándose si está arruinando a sus hijos. (Pero yo a veces me lo pregunto.)
Una buena madre nunca lleva a su hijo al campo de fútbol equivocado en el día equivocado en el horario equivocado. (Pero tal vez yo lo he hecho una o dos veces.)
Y una buena madre nunca sale de casa con niños con la cara sucia ni se olvida de preparar el almuerzo de su hija para la escuela. (Pero yo he sido culpable de ambos.)
Quizás también hayas vivido dentro de un conjunto de líneas auto declaradas.
Tal vez creas que las buenas esposas sirven la cena a la luz de las velas y siempre lavan la ropa. O que las buenas amigas siempre responden a los mensajes de texto y ciertamente nunca olvidan un cumpleaños.
Tal vez, como yo, cuanto más intentas vivir dentro de las líneas, más se desgarra tu alma bajo el peso de tus esfuerzos.
Pero aquí están las buenas noticias para las mujeres esforzadas como nosotras: Dios no se ofende por nuestros defectos e imperfecciones.
La Palabra de Dios nos dice en 2 Corintios 12:9, “… «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”.
Ese versículo fue lo que finalmente me obligó a cambiar mis líneas invisibles de expectativa por los contornos compasivos de la gracia de mi Salvador. Cuando finalmente dejé de obsesionarme con mis defectos y comencé a concentrarme en Su fidelidad, mi vida adquirió un nuevo tipo de belleza.
Maggie todavía estaba llorando por los desgarros en su página para colorear, así que le incliné la barbilla y le pedí que mirara mientras colocaba esa imagen, con agujeros y todo, contra la ventana.
Los rayos del sol de la mañana se filtraban a través de esos agujeros en el papel y arrojaban un glorioso arco iris de luz sobre la alfombra a nuestros pies. Maggie se quedó en silencio mirando los reflejos en el suelo y deslizó algo pequeño y púrpura en mi mano. «Ya no necesito mi crayola, Mami. Me gusta mi dibujo así como está».
Así que nos paramos juntas en la ventana, viendo la gloria fluir a través de los huecos.
Querido Jesús, estoy cansada de vivir dentro de mis líneas de expectativas inventadas por mí misma. Muestra Tu fuerza a través de mis debilidades y Tu suficiencia a través de mis defectos. Haz mi vida hermosa para Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Romanos 8:26, Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. (NVI)
Recursos Adicionales
Siempre nos quedaremos cortas debido a nuestras debilidades, pero en Jesús, podemos encontrar ese “mejor” que hemos estado anhelando. En Las respuestas a tus anhelos más profundos: 40 días a través de la Biblia, puedes emprender un viaje a través de la historia de la Biblia en 40 días y aprender cómo detener el ciclo interminable que es indagar y buscar la satisfacción, al encontrar las respuestas a tus anhelos más profundos. Haz el estudio de forma individual o en grupo. ¡Compra tu copia aquí!
Reflexiona y responde
Tómate un tiempo para considerar en oración las líneas invisibles que has creado para ti misma. ¿Cuál es una expectativa innecesaria que podrías cambiar hoy por la gracia de Dios?
Nombra tres de tus "agujeros" o debilidades únicas. ¿Cómo podría Jesús mostrar Su fuerza a través de esas imperfecciones? Invítalo a/para que su gloria brille a través de tus brechas. ¡Y comparte tus pensamientos en los comentarios!
© 2021 by Alicia Bruxvoort. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.