Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. Hebreos 12:3 (NVI)
Cerré la computadora. Si tan solo pudiera cerrar las diez mil páginas abiertas en mi mente, cada una diciéndome que había fallado de alguna manera con alguien.
¡Si tan solo pudiera cerrar la urgencia de corregir las percepciones que la gente tiene de mí, de “aclarar” sus suposiciones! Si tan solo pudiera escapar de las relaciones difíciles, las conversaciones difíciles y esa sensación punzante de que nunca estaré a la altura de lo que la gente espera.
El ruido constante es agotador. Y eso tan solo está dentro de mi cabeza.
¿Lo escuchas también?
El peso de llevarse bien con las personas es agotador. Un día particularmente difícil, mirando mi lista de versículos para memorizar, encontré Hebreos 12:3: “Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo”.
Este versículo concluye un pasaje sobre correr la carrera con perseverancia, siendo la carrera nuestra vida cristiana. Jesús, nuestro ejemplo perfecto, terminó Su vida en la tierra con una vuelta de victoria de perseverancia verdadera. El autor de Hebreos dice, “por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hebreos 12:2, NVI). Jesús persistió a través de dolor y angustia increíble para lograr nuestra salvación.
Puede ser que estés pensando, así como yo, ¡no soy Jesús! ¡No soy el Hijo de Dios! ¡Así es, no lo somos! Pero el autor de Hebreos nos dice que Él es nuestro ejemplo, lo que indica que debemos emular Su perseverancia. Y no puedo pensar en ningún otro lugar en el que necesite más perseverancia que cuando me encuentro con la “oposición de los pecadores”.
La oposición de los pecadores puede ser persecución por el evangelio. Pero también puede ser la lucha cotidiana y agotadora de las relaciones con personas caídas: compañeros de trabajo, jefes, hijos, cónyuges, suegros y familia. Todas las personas que Dios nos ha llamado a amar también pueden ser las personas que nos hacen desanimarnos.
Luchamos bajo el peso de las expectativas y la desaprobación de los demás. Nos desanimamos cuando Dios nos llama a una vida significativamente diferente a la de nuestras compañeras. Para muchas de nosotras, seguir a Jesús es una elección diaria entre servir las opiniones de las personas y servir a nuestro Dios Padre.
Por eso Jesús es nuestro ejemplo. Ni una sola vez tomó una decisión para la aprobación humana. Y ni una sola vez dejó de amar a esos mismos humanos hirientes. Vivió en la tensión increíble de la guía de Dios y el amor de Dios. Estaba comprometido a obedecer al Padre, lo que inevitablemente resultó en desilusión para algunos de Sus seguidores.
En la parábola del sembrador, Jesús describe cuatro tipos de terreno (Mateo 13:1-23). Solo un tipo de terreno, el bueno, recibió la semilla de la verdad. Al hablar de esta parábola, alguien mencionó una vez un punto increíble: incluso Jesús decepcionó a la gente. Incluso Jesús fue rechazado por la mayoría de las personas que escucharon Su palabra. ¿Qué nos hace pensar que nos irá mejor?
Jesús obedeció la dirección de Dios en Su vida, y debido a Su obediencia, llegamos a ser llamadas hijas de Dios. ¡Estoy tan agradecida de que no se desanimó! Qué recordatorio cuando este mundo me cansa y me destroza: Él fue constante hasta la muerte. No me han pedido que muera por mi mundo. Pero se me ha pedido que muera a mí misma (Gálatas 2:20). ¿Rendiré mi necesidad de aprobación humana para poder correr bien esta carrera?
La perseverancia solo se puede cultivar cuando enfrentamos cosas difíciles. A veces, la oposición se presenta en forma de persecución real, como la que experimentan muchos de nuestros hermanos y hermanas en el mundo. Y a veces, la oposición viene en forma de desaprobación o un sentido de culpa de las personas que nos rodean. Cristo es nuestro Aprobador, y gracias a Él, podemos estar alerta. Podemos tener un corazón fuerte. Podemos correr la carrera.
Dios Padre, gracias por preocuparte por mi cansancio. Gracias por amarme mientras corro esta carrera y por fortalecerme para lo que parece demasiado para soportar. Ayúdame a amarte primero, para luego amar mejor a los demás. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Profundicemos
Gálatas 2:20, He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. (NVI)
Mateo 13:23, Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno». (NVI)
¿De qué manera te sientes cansada o desanimada, especialmente en tus relaciones? ¿Cómo te anima hoy el ejemplo de perseverancia de Jesús? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!
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