Devocionales

Esperanza cuando estás colgando de un hilo

Alicia Bruxvoort 1 de julio de 2021
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, … y es poderosa… Hebreos 4:12a (NBLA)

Nunca debí haber hecho las sumas.

Al final, ¿de qué le sirve a una mamá desesperada calcular su nivel de agotamiento?

Échale la culpa a una mente adormecida por largos años de infantes inconsolables, o a la monotonía pura de la rutina diaria de la maternidad, pero, por la razón que sea, en aquella noche sin estrellas hace mucho tiempo, intenté calcular la cantidad de veces que no había dormido una noche entera.

Sin duda, nuestros hijos son un regalo. Sin embargo, cada uno de los míos llegaron envueltos en cólicos y programados con llantos. Y para cuando llegó nuestro cuarto hijo, estaba agotadísima.

Habíamos leído libros sobre la crianza de los hijos y consultado con médicos, establecido hábitos saludables y rutinas rítmicas, pero nada cambió el hecho de que nuestros hijos se resistieron a dormir, como los gatos callejeros evitan los charcos.

2.920 días. Ese es el tiempo que había pasado desde que había dormido durante toda una noche. Y una vez que calculé mi escasez, quise llorar junto con mi pequeñito en mis brazos.

En el fondo, sabía que mi desaliento no era solo el resultado de noches sin dormir. Mi cuerpo estaba exhausto pero mi corazón estaba agotado también.

Había estado colgando de un hilo por tanto tiempo, que ni podía orar. Sabía que Dios estaba conmigo, pero no podía encontrar las palabras para decirle lo que necesitaba.

Quizás has estado ahí también ‒ agotada y desgastada, sin palabras y cansada. Tal vez estás ahí ahora mismo. Las mamás privadas de sueño no son las únicas que conocen el dolor de un alma debilitada.

Cualquiera que esté estresada o desbordada, angustiada o desanimada, probablemente experimentará angustia también.

«Dios, sé que estás aquí», susurré a la oscuridad. «Pero no sé qué decir…».

Fue entonces cuando vi la Biblia cerca a la mecedora donde me encontraba. Con cuidado de no mover al bebé en mi regazo, tomé la Palabra de Dios y hojeaba sus páginas.

Finalmente, mis ojos cansados se fijaron en Hebreos 4:12a — “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, … y es poderosa …”

Mientras este versículo se profundizó en mi ser, una esperanza silenciosa empezó a crecer. Quizás tenía en mi mano la respuesta a mi clamor agotado.

Mi alma se sentía cansada, pero la Palabra de Dios era viva y activa.

Mi cuerpo se sentía débil, pero la Palabra de Dios estaba llena de poder.

Mi mente se sentía fatigada, pero la Palabra de Dios renueva mis fuerzas.

Mis esfuerzos se sentían improductivos, pero la Palabra de Dios funciona con eficacia.

Así que, 2.920 días después de mi última noche de dormir sin interrupción, empecé una nueva rutina de medianoche. Cuando el hogar se quedaba en silencio y el bebé lloriqueaba fuerte, abría mi Biblia y declaraba Su verdad eterna.

A veces elegía un versículo y lo decía en voz alta hasta que mi espíritu deshecho repetía, “¡sí!”. A veces declaraba las promesas de Jesús hasta que mi corazón agobiado se alentaba de esperanza. A veces cantaba un salmo hasta que las quejas desconsoladas en mi mente se transformaban en un canto de alabanza.

No tenía las fuerzas para tender la mano a mi Salvador, sin embargo, dejé que la Verdad de Su Palabra llegara a las profundidades de mi alma abatida. No tenía la energía de crear oraciones poderosas, sin embargo, convertí la Palabra de Dios en súplicas personales. Y lenta pero segura, mi desesperación se transformó en paz. Mis circunstancias no habían cambiado, pero sí, cambió algo dentro de mí.

Todavía estaba estresada, pero ya no estaba hundiéndome.

Todavía estaba desbordada, pero ya no estaba vacía.

Todavía estaba agotada, pero ya no estaba exhausta.

Una noche, mientras estaba sentada en la mecedora, susurrando la Palabra de Dios por encima de los llantos de mi bebé, me percaté de que ya no estaba agarrándome a las promesas de Dios, sino que las promesas de Dios estaban agarrándome a mí, sosteniéndome.

Esa es la maravilla de la Palabra de Dios, queridas. Nos sostiene y nos ayuda. Nos restaura y nos reforma. Y cuando nos agarramos de su Verdad, la Verdad también nos agarra.

Aun cuando estamos colgando de un hilo. Especialmente cuando estamos colgando de un hilo.

Querido Jesús, cuando estoy demasiado cansada para hablar Contigo, muéstrame cómo dejar que Tus promesas me hablen. Calma el grito de desaliento de mi corazón con el himno de esperanza de Tu Palabra. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

¿Estás intentando aferrarte a la esperanza en medio de situaciones donde aparentemente no la hay? ¿Parece que la vida no sale como la tenías planeada? Todas hemos padecido etapas así, pero la Palabra de Dios nos recuerda que Él es nuestra esperanza y es en Su Palabra donde ésta se fortalece. En el libro y el estudio bíblico en línea de Lysa TerKeurst, No debería ser así, Lysa te ayudará a enfrentar y superar los pensamientos, las dudas y hasta las preguntas de tu vida con el plan divino de Dios para ti. Haz click aquí para echarle un vistazo al estudio bíblico. Para obtener tu copia de No debería ser así haz clic aquí.

PROFUNDICEMOS

Salmo 119:25, Estoy tirado en el polvo completamente desalentado; dame vida conforme a tu palabra. (NBV)

Proverbios 2:6, ¡Pues el Señor concede sabiduría! De su boca provienen el saber y el entendimiento.(NTV)

Pide a Dios que te de un versículo o alguna Escritura a la cual puedas aferrarte ahora mismo. Pónla en un lugar visible. Repite en voz alta. Que sea tu oración. Pídele a una amiga que te lo envíe una vez al día por mensaje de texto. Deja que la promesa de Dios te sostenga.

¿Qué versículo elegiste? Nos encantaría escuchar de ti en los comentarios.

© 2021 by Alicia Bruxvoort. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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