Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos! Filipenses 3:10-11 (NTV)
Su atención al escucharme liberó en mí un mar de lágrimas al instante.
Mientras me desahogaba de una herida anterior causada en la iglesia, mi amiga susurraba frases de conexión sincera. «Eso debe haber dolido… está bien decir que te trataron injustamente». Al final, ella dijo algo que desató todo el dolor no sanado y empezó un proceso de sanidad que había sido postergado.
«Jesús empatiza contigo».
¿Jesús empatiza conmigo? Es algo que nunca había pensado antes, pero mi amiga me aseguró que era cierto. Respondiendo a mi escepticismo, ella empezó a enumerar historias de la vida de Jesús que confirmaban su declaración.
La definición de “empatizar, sentir empatía” es “comprender y compartir los sentimientos de otra persona” (énfasis añadido). La empatía es un sentimiento más profundo que la compasión porque la empatía implica ponerse en el lugar del otro, comprendiendo la emoción desde su perspectiva.
Cuando Jesús vino a la tierra para vivir como Dios en piel humana, Él sufrió como nosotras sufrimos. Él experimentó cada pequeño dolor que tenemos, así como traumas significativos también. Él experimentó dolor como nosotras, así que Él realmente empatiza con nosotras. Mientras procesaba este pensamiento transformador, me di cuenta de que quería profundizar más en entender el sufrimiento de Jesús. Deseaba asimilar Su empatía hacia mí y desarrollar una empatía más fuerte de mí hacia Él.
El evangelio de Juan era mi texto base y pasé semanas estudiando y enumerando Sus sufrimientos — tanto los grandes como los pequeños, desde el principio hasta el final. Aquí hay una lista abreviada de lo que encontré.
- Jesús sufrió relacionalmente. No era bienvenido, tenían expectativas injustas sobre Él, lo etiquetaron, subestimaron, chismearon acerca de Él, conspiraron contra Él y lo abandonaron.
- Jesús sufrió emocionalmente. Lo malinterpretaron, lo criticaron, se burlaron de Él, lo menospreciaron, constantemente lo cuestionaron y dudaron de Él, lo traicionaron y sentenciaron a pesar de Su inocencia.
- Jesús sufrió físicamente. Fue perseguido por multitudes cuando intentaba estar solo, estuvo agotado, lo despojaron, lo golpearon, le escupieron, lo obligaron a llevar el instrumento de Su muerte y lo crucificaron.
Cuando experimentamos cualquiera de estos sufrimientos, podemos estar seguras de esta verdad sólida como una roca: Jesús empatiza con nosotras.
El saber que Jesús está conmigo en mi dolor cambia cada detalle. Y no solo eso, sino que la empatía de Jesús, que llega a través del dolor, tiene un gran poder. Filipenses 3:10-11 dice, “Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!” En la versión PDT en lugar de utilizar “participar en sus sufrimientos”, utilizan “quiero compartir con él sus sufrimientos” (énfasis añadido).
Cuando participamos o compartimos los sufrimientos de Jesús sintiendo el dolor de la existencia humana como Él hacía, alcanzamos el poder de la resurrección. La vida nueva y sanidad en Él es cómo lo experimentamos aquí. Cuando morimos físicamente, recibiremos una vida eterna más allá de lo que podemos imaginar.
Si estás sufriendo hoy, no estás sola. Jesús está contigo, empatizando contigo. Él sintió el dolor que tú sufres y está conectado contigo en medio de ello. Y si sigues sufriendo de trauma o abuso, puedes confiar en que Jesús te guíe a un lugar seguro. Mientras compartes Su sufrimiento, no importa cómo se ve, Él extiende un don para sostenerte: el poder de Su resurrección.
Creo que es justo decir que elegiremos nuestra comodidad en lugar del sufrimiento cada vez, pero una perspectiva correcta del sufrimiento trae consuelo en nuestro dolor actual. El sufrimiento puede ser un lugar hermoso donde conectarnos con Jesús, sintiendo Su empatía y experimentando Su poder.
Jesús, en mi lugar de sufrimiento, encuentro sanidad al saber que Tú comprendes mi dolor. Me reconforta saber que Tú empatizas conmigo y es un privilegio comprenderte más profundamente en este dolor. Te doy gracias por el poder de la resurrección que compartes conmigo. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Hebreos 4:15, Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. (NVI)
¿Cómo te hace sentir saber que Jesús empatiza con tu sufrimiento?
Comprométete a leer uno de los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas o Juan) buscando ejemplos del sufrimiento de Jesús. ¿Cómo coinciden tus sufrimientos con los Suyos? ¿Cómo puedes utilizar este ejercicio para desarrollar una relación más cercana con Jesús?
¡Nos encantaría oír de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2021 por Amy Carroll. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.