—Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho. Con esto, el ángel la dejó. Lucas 1:38 (NVI)
Una vez que las tiendas comienzan a adornar sus pasillos con ramas de acebo y todo lo alegre y brillante, parece que la temporada navideña estalla como confeti por todas partes.
Dondequiera que miramos es Navidad: en las tiendas, en nuestros hogares, en Pinterest, en Instagram y especialmente en nuestros calendarios.
Tenemos mucho a lo que decir que sí mientras nos preparamos para la temporada. Decimos “sí” a los regalos que compramos mientras cargamos nuestras tarjetas. Sí a turnos extra para cubrir el costo de dichos regalos. Sí a las fiestas de Navidad a las que asistiremos. Sí a las reuniones familiares que ayudaremos a coordinar. Sí a las funciones escolares, sí a las fiestas para hacer galletas, sí a las excursiones para cortar árboles de Navidad. Algunas de nosotras incluso decimos que sí a las piyamas familiares coordinadas.
Todo es divertido; se crean los recuerdos. Y yo personalmente soy una chica muy alegre que dice “sí” cuando se trata de las festividades. Pero a veces, muy tarde en la noche, cuando colapso en la cama después de un día completo de actividades festivas del “sí”, no puedo evitar preguntarme si he perdido de vista el “sí” que más importa. El “sí” que marcó el comienzo de la primera Navidad de la historia.
En el libro de Lucas del Nuevo Testamento, nos encontramos en el pequeño pueblo de Nazaret, donde vivía una joven llamada María. María estaba comprometida para casarse, pero aún no estaba casada; era una virgen. Fue visitada por el ángel Gabriel, quien le dijo que estaría embarazada con un niño… pero no cualquier niño, el largamente esperado, Hijo del Altísimo.
Ahora, además de una buena dosis de conmoción y algunas preguntas logísticas razonables, María respondió de inmediato: “—Aquí tienes a la sierva del Señor … Que él haga conmigo como me has dicho” (Lucas 1:38a-b).
¡Ella dijo que sí! Pero este no fue un sí fácil que garantizó comodidad y previsibilidad para María.
Este fue un sí que garantizó un posible escándalo en torno a los detalles de su embarazo. Un sí que requería que una María muy embarazada montara en un burro todo el camino desde Nazaret hasta Belén, ¡aproximadamente 112 kilómetros! Un sí que significaba que María daría a luz en un entorno mucho menos que ideal. Un sí que reemplazó a cualquier otra demanda o petición en su vida en ese momento.
María permaneció concentrada en el milagro que se avecinaba y, a través de su sí fiel y obediente, nuestro Salvador nació en el mundo.
La verdad es que decir “sí” a las actividades festivas no es el problema. Los calendarios llenos no son un pecado. El problema es cómo permitimos que estas actividades eclipsen y se antepongan a decirle “sí” al Señor.
Debemos recordar que el milagro en el pesebre no es solo una bonita historia que sirve para inspirar escenas de la natividad en las mesas a lo largo y ancho. Asi que, el milagro en el pesebre en ese momento la razón por la que podemos ser redimidas hoy.
El nacimiento de Jesús marcó el comienzo del plan de rescate del Señor para todos nosotros. Un plan que significaba que Jesús eventualmente moriría en una cruz por nuestros pecados, intercambiando Su vida sin culpa por nuestras almas quebrantadas. No tenía que hacerlo, pero eligió hacerlo para que pudiéramos conocer la gracia de Su perdón y un día tener la vida eterna con Él. ¡Verdaderamente un regalo sin igual!
Pero para recibir este regalo, primero debemos decir “sí” a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Y luego, en fiel obediencia, continuamos diciéndole “sí” a Él todos los días.
Amigas, no sé dónde están sus corazones esta temporada navideña. Quizás, como yo, también has sentido un tirón convincente en tu alma a medida que todas las tareas pendientes de la temporada han comenzado a acumularse. Si es así, no temas. Tal como lo hizo María hace tantos años, podemos volver a enfocar nuestros corazones en el milagro que está por llegar.
Las fiestas festivas vendrán y se irán, y se tirarán las galletas navideñas sobrantes. Pero la Verdad salvadora de nuestro Señor y Salvador permanecerá y siempre será digna de nuestro primer sí.
¡Padre Celestial, te alabamos! Mantén nuestros corazones en línea con Tu corazón en esta temporada navideña. Permítenos darnos cuenta si empezamos a extraviarnos y renueva nuestro asombro al reflexionar sobre el verdadero milagro de la Navidad. En el Nombre de Jesús, Amén.
RECOMENDAMOS
¿Alguna vez te has cansado de lo que Dios te ha llamado a hacer por el deseo de querer complacer el plan de otras personas o incluso tu propia voluntad para tu vida? Todas nos hemos sentido así, pero cuando decidimos decirle sí a Dios, es necesario que entreguemos nuestra voluntad y el agrado de otras personas para acoger plenamente Su voluntad. En El mejor sí, Lysa TerKeurst te ayudará a centrar tu sí en todo lo que Dios tiene para tu vida. Haz clic aquí para adquirir tu copia.
CONÉCTATE
¿Te ha gustado leer los devocionales en español Aliento para el día de hoy? ¡Considera compartirlos con tu hermana, madre, hija o amigas! Nuestro deseo es hacer correr la voz acerca de nuestros recursos en español al compartir la Palabra de Dios y crear una comunidad entre hermanas en Cristo. ¡Gracias por ser partícipe en todo esto!
PROFUNDICEMOS
Isaías 9:6, Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. (NVI)
Considera en oración tus prioridades en esta temporada. ¿Qué tareas festivas han comenzado a llenar tu corazón y cómo puedes hacer que Jesús sea tu prioridad número uno?
¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2021 por Corrie Gerbatz. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.