Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1 Juan 3:2-3 (NVI)
Zonas de construcción. Las vemos por todas partes: conos naranjas, señales amarillas de precaución y cascos protectores que se arremolinan, reteniendo el tráfico o guiándolo a continuar. Lo entiendo: las reparaciones son necesarias. Hay que hacer mejoras, y ¡las rutas de viaje más seguras son algo bueno!
Pero si soy sincera, cada vez que llego a una zona de construcción, inmediatamente me siento molesta. Ya sea que me encuentre atrasada o en hora, las zonas de construcción obstaculizan mi avance. Y, por lo general, el “producto terminado” es casi imposible de visualizar, lo que hace que a menudo me pregunte si realmente se está haciendo algún progreso.
En los últimos meses, me he sentido humilde al darme cuenta de que el desorden en las carreteras no es tan diferente al desorden del pecado en mi propio corazón. Todavía hace falta acarrear montones de inseguridades. Los obstáculos inesperados ponen a prueba mi fe. Los conos naranjas siguen siendo necesarios para alejarme de los comportamientos perjudiciales. La maraña de pensamientos negativos parece retrasar regularmente mi progreso y, sinceramente, me siento desanimada y con dudas:
¿Por qué se siente tan difícil?
¿Por qué sigo luchando con esto?
¿No debería estar más avanzada?
Tal vez te sientas identificada.
En el libro de 1 Juan del Nuevo Testamento, el discípulo Juan escribía una carta a los creyentes que estaban un poco desorientados y necesitaban un poco de ánimo espiritual.
Estos creyentes eran un público cristiano disperso cuyos problemas principales eran el compromiso disminuido, la conformidad con las normas del mundo, la prueba de su fe y la creencia en las mentiras de los falsos maestros. Estos creyentes pueden haber dudado de su posición segura como hijos de Dios. Como nosotras. Puede que se sintieran frustrados por seguir luchando contra el pecado e incluso se preguntaran si el cambio era posible. Como nosotras.
Juan les dijo: “Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2-3).
Las intenciones de Juan eran poner a los creyentes de nuevo en el camino, animándoles y afirmándoles con la verdad. Les recordó con cariño que su transformación era un proceso: “todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser”. Les aseguró que “cuando Cristo venga seremos semejantes a él,” completos. Y amigas, creo que a veces nosotras también necesitamos que nos recuerden estas verdades.
Cuando pedimos al Señor que sea soberano en nuestras vidas, somos justificadas instantáneamente y consideradas justas ante Dios. Somos adoptadas como Sus hijas y destinadas al cielo. Pero hasta que esta vida termine y nos encontremos con nuestro Padre celestial, pasamos por el proceso de santificación, siendo limpiadas del pecado, purificadas en nuestros corazones, desarrolladas en nuestra fe y enseñadas a andar en los caminos del Señor.
Traducción libre: nuestros corazones están en proceso de construcción. ¿Y qué pasa cuando nuestras zonas de construcción están justo en medio de este mundo pecaminoso y de nuestros deseos pecaminosos? No es una tarea fácil.
Pero, gracias a Dios, no estamos solas en esta renovación del alma. El Señor nos ha dado al Espíritu Santo como director del proyecto sobre nuestros corazones (Gálatas 5:16-17). Él está ahí para supervisar el proceso, capacitarnos para perseverar y señalarnos la verdad cuando nos sentimos desanimadas.
Así que si hoy sientes que tu corazón está un poco desordenado, ¡no pierdas la esperanza! El Señor está atendiendo amorosamente las reparaciones y mejoras santificadoras que necesitamos. Se está haciendo progreso. Y dondequiera que nos lleven nuestros caminos, podemos descansar con confianza en la verdad de que cuando nos encontremos con nuestro Padre cara a cara, seremos finalmente “productos terminados”, puras y completas.
Querido Señor, Tú eres el hacedor de milagros. Gracias por supervisar la “construcción” de nuestros corazones y por no rendirte con nosotras nunca. Por favor, llénanos de esperanza renovada hoy mientras te perseguimos. En el Nombre de Jesús, Amén.
RECOMENDAMOS
Amigas, tenemos una esperanza en Cristo Jesús que es una esperanza eterna. Esta esperanza nunca nos avergonzará, y hará una obra transformadora en nuestros corazones si se lo permitimos. A través de la lectura de la Palabra de Dios, se nos invita a conocer más esta esperanza en Cristo. En Jesús en el Antiguo Testamento, uno de nuestros estudios más recientes, encontrarás que al abrazar las promesas llenas de Verdad que Dios tiene para nosotras en el Antiguo Testamento, con formas tangibles de experimentar Su provisión y protección, te ayudamos a recuperar tu esperanza en un Dios fiel. Consigue una copia hoy mismo y consulta nuestra aplicación First 5 para ver cómo se desarrolla nuestro estudio de cinco semanas.
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PROFUNDICEMOS
1 Tesalonicenses 5:23, Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (NVI)
¿Cómo puedes orar hoy específicamente sobre los obstáculos y desvíos en tu propio corazón?
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