El SEÑOR bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo 14,000 ovejas, 6,000 camellos, 1,000 yuntas de bueyes y 1,000 asnas. Job 42:12 (NBLA)

Cuando le recordé que esta iba a ser la última vez que lo vería, él respondió entre risas «¡Muy bien! Dejémoslo así».

Normalmente, las despedidas no son tan alegres, pero después de meses de fisioterapia dolorosa, estaba emocionada de finalmente estar en el camino de la recuperación completa, aún si significaba despedirme de mi increíble terapeuta.

Unas semanas antes, una hernia discal en mi columna cervical dio lugar a meses de visitas a la sala de emergencias, planes cancelados y tratamiento del dolor. El trayecto hacía la sanación fue insoportable y lleno de muchas lágrimas; sin embargo, mientras recuperaba mi cuerpo, pronto me di cuenta de que existía otra sanidad que iba a necesitar.

El dolor físico que mi cuerpo aguantó empezó a alimentar lentamente un temor que podía volver otra vez. Mientras me recuperaba, me preguntaba si una salida al supermercado me iba a llevar de nuevo al hospital, o si el sacar la ropa de la secadora justificaría una llamada al médico. Tenía miedo de empezar a vivir mi vida de nuevo.

La fragilidad de mi cuerpo físico cargaba mucho mi alma mientras iba aprendiendo que, muchas veces, la sanación emocional y mental es la que tarda más. Mientras compartía mi ansiedad con mi esposo, él me recordó a Job, quien pasó por más dolor de lo que cualquiera de nosotras quisiera imaginar. Aun así, Dios bendijo los últimos años de su vida “más que los primeros” (Job 42:12).

Se suele recordar a Job por la tragedia severa y desgarradora que soportó. Las pérdidas de sus hijos, riqueza y salud están registradas dentro de los primeros capítulos del libro de Job. Gran parte del libro lo muestra navegando por la pérdida, la desilusión y la desesperación. No es hasta el último capítulo que nos enteramos de su restauración:

El Señor bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo 14,000 ovejas, 6,000 camellos, 1,000 yuntas de bueyes y 1,000 asnas. (Job 42:12)

Muchas veces he leído la conclusión del testimonio de Job como si fuera un final inmediato de un cuento de hadas. Mientras reflexionaba nuevamente sobre su historia, me di cuenta de que Dios no le devolvió a Job lo que perdió, pero Él bendijo la vida que le quedaba. La bendición de Dios no sucedió de la noche a la mañana, sino que era un proceso que requería la participación de Job.

Cuando Job vio que sus llagas se cerraron y sanaron, él eligió levantarse de su lecho de enfermo. Cuando se dio cuenta que su tristeza no era el final, él eligió comer de nuevo. Cuando descubrió la bondad de Dios aún en la tragedia, él decidió seguir viviendo para tener una vida que Dios pudiera bendecir.

A medida que me curaba de mi lesión, yo también, lentamente volví a la vida, animando a mis hijos en sus entrenamientos de baloncesto, paseando durante el atardecer y planeando fiestas de cumpleaños. La vida de Job me enseñó que los desafíos que enfrentamos no son el final de nuestra historia. A menudo, no elegimos las tormentas que nos derriban, pero sí elegimos si volveremos a levantarnos.

Después de cualquier tormenta, se dedica tiempo para evaluar los daños. Un tiempo para darse cuenta de lo que se perdió y de lo que permanece. No sé lo que hayas perdido debido a las tormentas inesperadas de la vida: un ser querido, una relación preciada o la comodidad de lo que solía ser. Lo que sí sé es que, si estás leyendo esto, aún tienes vida que Dios puede bendecir. Esa vida puede ser diferente, pero con Dios, todavía puede ser buena.

Job nos enseña a no permitir que nuestro temor de ser derribadas, se apodere de nuestra fe para seguir levantándonos. Hay vida al otro lado de la pérdida y Dios es capaz de bendecirla.

Querido Padre celestial, gracias por acompañarme en cada tormenta que enfrento. Mientras voy navegando la vida después de una pérdida, pido que Tu amor restaure mi esperanza y Tu poder me fortalezca a seguir viviendo. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

En la vida enfrentamos muchas pérdidas, ya sea un padre, una amiga, un cónyuge, un hijo, un trabajo o un sueño: todas hemos tenido que descifrar la vida después de perder a alguien o algo. Quizás nos hemos preguntado «¿Dónde está Dios?» o «Dios, ¿cómo pudiste permitir que esto sucediera?», pero incluso en este cuestionamiento, podemos saber que Dios sabe más y que Él puede restaurarnos de todo lo que hemos perdido. En el libro Tus Cicatrices Son Hermosas para Dios, Sharon Jaynes comparte cómo encontrar paz y propósito en las heridas del pasado reconociendo a Jesús a través de las cicatrices, quitarse la máscara para ser una persona transparente y liberar el poder que las heridas han sanado. Encuentra consuelo e inspiración hoy, que aún en las pérdidas de tu vida, Dios ve esas heridas y las puede sanar y restaurar. Haz clic aquí para adquirir tu copia hoy.

CONÉCTATE

¿Te ha gustado leer los devocionales en español Aliento para el día de hoy? ¡Considera compartirlos con tu hermana, madre, hija o amigas! Nuestro deseo es hacer correr la voz acerca de nuestros recursos en español al compartir la Palabra de Dios y crear una comunidad entre hermanas en Cristo. ¡Gracias por ser partícipe en todo esto!

PROFUNDICEMOS

Romanos 8:18, Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. (NBLA)

Podemos experimentar pérdidas de este lado de la eternidad, pero nunca debemos perder la esperanza. ¿De qué manera, el tener una perspectiva eterna, puede ayudarte a mantenerte motivada a navegar por la vida después de la pérdida?

¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Christina Patterson. Todos los derechos reservados.

---

NUESTRAS CREENCIAS

Si la vida se siente increíblemente difícil, haz clic aquí para acceder nuestros recursos de consejería y asesoramiento.

---