Devocionales

Una forma de proteger tu corazón

Lysa TerKeurst 11 de octubre de 2022
Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. Proverbios 4:23 (NVI)

Las relaciones son maravillosas. Hasta que no lo son.

He pasado años tratando de identificar qué hacer cuando abrimos completamente nuestro corazón a alguien que, con el tiempo, no es responsable con ese tipo de confianza.

Cuando nació mi nieto Ryser, mi hija se preparaba para llevárselo a casa, y su enfermera dijo algo que nunca olvidaré mientras daba sus instrucciones de partida:

«La confianza es el oxígeno de todas las relaciones humanas».

Pensé que la enfermera había venido a enseñarnos cómo sostener correctamente a Ryser o cambiarle el pañal. En cambio, quería que mi hija supiera que cada llanto de un bebé es una oportunidad para generar confianza.

La confianza era fácil con Ryser porque mientras éramos responsables de cuidarlo adecuadamente, él estaba satisfecho. No era obstinado ni estaba marcado por traumas pasados, y no traía hábitos ni patrones emocionalmente poco saludables.

A medida que envejecemos, las relaciones no resultan tan fáciles.

Esto es lo que he comprendido: cuando permitimos que otra persona tenga acceso a nosotras emocional, física, financiera y mentalmente, tenemos que exigirle que sea responsable con ese acceso. Si le doy a alguien un acceso de nivel 10, pero sólo tiene la voluntad o la capacidad de demostrar una responsabilidad de nivel 3... existirá una tensión relacional. La confianza se erosionará. Y la frustración será cada vez mayor.

¿Por qué?

Porque el acceso de nivel 10 requiere una responsabilidad de nivel 10.

He aquí un ejemplo tangible. Cuando confías en alguien para que acceda a tu cuenta bancaria, deberías poder confiar en que no te robará el dinero, ni utilizará tu tarjeta de débito para pagar cargos que no hayas aprobado ni te endeudará con sus decisiones irresponsables. Lamentablemente, esto sucede. Y no sólo con el dinero: con nuestras emociones, nuestra capacidad y nuestro tiempo. Le damos a alguien un acceso de nivel 10 cuando sólo está demostrando una responsabilidad de nivel 3, y entonces nos encontramos más frustradas y agotadas por la brecha que estamos experimentando.

Pero amiga, hoy hay esperanza. En lugar de sentirnos atascadas porque no podemos controlar las elecciones de otra persona, podemos reducir el acceso al nivel de responsabilidad del que son capaces. Esa solución se llama límite.

En pocas palabras, establecer un límite es ser lo suficientemente responsable como para reducir el acceso que concedemos a otros en función de su capacidad para ser responsables con ese acceso.

En el pasado, cometí el error de tratar de poner límites a otra persona, con la esperanza de que aumentara su nivel de responsabilidad ante el acceso que le he concedido. Pero nunca funcionó. Verás, puedes pedirle a una persona que demuestre más responsabilidad, pero no puedes “limitarlo” (ponerle límites), obligándole a hacer cambios que no está dispuesta a hacer. Por lo tanto, la única opción realmente productiva es que establezcas límites que reduzcan el nivel de acceso que le das a esa persona para que coincida con su nivel de responsabilidad.

¿Por qué es importante? Porque a las personas que son irresponsables con nuestro corazón no se les debe conceder gran acceso a nuestro corazón. Proverbios 4:23 habla de esto mismo cuando instruye: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”.

A menudo, en el pasado, he escuchado que enseñan este versículo en el contexto de las relaciones de noviazgo y la pureza. Pero creo que también se aplica a proteger el acceso a nuestros corazones en otras relaciones.

Curiosamente, la palabra hebrea para “cuidar”, mišmār, comunica una naturaleza activa de cómo alguien debe proteger, como menciona Ludwig Koehler en The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament. Esto significa que la vigilancia es activa, no pasiva. No estamos tratando de protegernos del amor. Si amamos, nos arriesgaremos a ser heridas. Pero intentamos protegernos por amor. No queremos consumirnos tanto con el dolor y el caos de los patrones de relación poco saludables que nos convertimos en portadores del dolor humano en lugar de ser un conducto del amor de Dios.

Sé que esto es difícil. Y puedas pensar: «Vaya, Lysa, sólo estoy tratando de entender algunas dinámicas de relación extrañas. Realmente no sé muy bien todo esto de los límites». Yo también puedo sentirme así. Pero después de innumerables horas de estudio y procesamiento de este tema de los límites, estoy más convencida que nunca de que los límites son la única oportunidad de lucha que tenemos para vivir en la paz que todas anhelamos realmente dentro de nuestras relaciones.

El amor puede ser incondicional... pero el acceso relacional nunca debe serlo. Y los límites nos ayudan a proteger esto. Los límites nos ayudan a mantenernos íntegras para poder ser las personas que Dios nos ha llamado a ser. Los límites nos ayudan a proteger la confianza. Los límites nos ayudan a cultivar los corazones hacia los demás que Dios siempre quiso que tuviéramos: motivadas hacia el amor real y alejadas del egoísmo. Y esa es la forma en que estoy decidida a vivir.

Señor, el mayor deseo de mi corazón es amar y atesorar a los demás como Tú nos atesoras. A veces, las dinámicas difíciles de las relaciones hacen que sea increíblemente complicado hacerlo. Te pido hoy que me guíes y me ayudes a caminar en Tus caminos. Muéstrame cómo abordar mis relaciones más cercanas con compasión y compromiso con la salud emocional. En el Nombre de Jesús, Amén.

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