Devocionales

Por qué importa tu historia

Sharon Jaynes 18 de abril de 2023
Vengan y escuchen, todos ustedes que temen a Dios, y les contaré lo que hizo por mí. Salmos 66:16 (NTV)

Tenía 16 años y era una cristiana bastante nueva.

El amigo de mi padre, el señor Evans, reunió a algunos de nosotros adolescentes y nos llevó a una iglesia a las afueras de mi ciudad natal. Íbamos a compartir nuestros testimonios en una reunión con desconocidos un sábado por la noche. Nunca había estado detrás de un podio, hablado con un micrófono, tampoco había tenido frente a mí un montón de gente esperando que yo dijera algo.

Había participado en un estudio bíblico para adolescentes durante dos años, pero no me sentía nada preparada ni cualificada para hablar sobre Jesús a una habitación llena de adultos y adolescentes. ¿Qué rayos estoy haciendo aquí?, me preguntaba mientras esperaba mi turno para subir las escaleras al podio.

Cuando el Señor Evans dijo mi nombre, subí las escaleras del escenario, respiré profundamente y simplemente conté mi historia a todos esos ojos que estaban mirándome. Les hablé de cómo Jesús me sacó de una situación de hogar muy difícil, de mis padres quienes discutían todo el tiempo y de tener que esconderme en el armario.

También les conté acerca de la mujer que me acercó al Señor y cómo recibí a Jesús como mi Salvador cuando tenía 14 años. Les hablé de cómo Jesús me estaba haciendo menos temerosa y que estaba orando para que mis padres conocieran a Jesús también.

¿Fui elocuente? No. ¿Cité las Escrituras? No. ¿Lloré? Sí.

Varios de mis compañeros también compartieron esta noche. Como yo, no sabían mucha teología, pero sabían sus historias y eso fue suficiente. No quedaba mucho espacio libre en el altar, cuando el señor Evans hizo la invitación aquella noche.

Y así empezó… mi viaje de aprendizaje de qué tan importante son las historias.

En Marcos 5:1-20, leemos una historia de Jesús echando fuera una legión de demonios de un hombre que vivía en las tumbas frente a la orilla del Mar de Galilea. Este hombre desenfrenado rompía cadenas, destrozaba los grilletes, gritaba en la noche y se cortaba con piedras. Después de que Jesús le liberó, estaba milagrosamente sano.

Cuando Jesús subió al barco para partir, este hombre quería entrar al barco e ir con él. ¡Yo también lo hubiera deseado!

Sin embargo, Jesús dijo, “—Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión” (Marcos 5:19, NVI).

No conocía este versículo cuando tenía 14 años, pero sé ahora que es muy parecido al Salmo 66:16: Vengan y escuchen, todos ustedes que temen a Dios, y les contaré lo que hizo por mí.

Cada historia redentora, como una semilla, llega a cumplir su propósito cuando queda plantada en el corazón de otro ser humano. Y esa planta, nacida de una semilla, llegará a ser una planta que dará más semillas.

No te equivoques al respecto: tu historia importa. ¡No tengas miedo de contarla!

Existe un enemigo, el diablo, que no quiere que cuentes lo que Dios ha hecho en tu vida. Él quiere que lo guardes y lo escondas fuera de vista. No quiere que compartas cómo cambiaste tus piezas rotas para una obra de arte hermosa.

Pero si escuchamos a la voz equivocada, tomaremos la decisión equivocada. El diablo hará todo lo que pueda para mantenernos en silencio, sin embargo, la Biblia dice que el pueblo de Dios vencerá al diablo “por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos” (Apocalipsis 12:11, NBLA). Estar dispuesta a poner tu historia en las manos santas de Dios llevará a la redención completa, donde el dolor pierde su poder de dañarte y adquiere el poder de hacer el bien a los demás.

Así que, no escondas tu historia. ¡Asúmela! ¡Cuéntala! ¡Regocíjate en ello! Date cuenta que no importa lo que haya pasado en tu vida, tus caídas, tus decepciones y tus luchas pueden ser las partes más convincentes de tu historia conforme Dios las redime. La gente te apoyará y encontrarás amor y conexiones en el proceso. Con Dios, tus heridas pueden llegar a ser la fuente de tus fortalezas más grandes.

Padre, gracias por dar un nuevo final a mi historia. Pido que me des oportunidades para compartir con otros sin reserva lo que Tú has hecho por mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

2 Corintios 11:30, Si tengo que gloriarme, me gloriaré en cuanto a mi debilidad. (NBLA)

Pablo compartió su historia como un siervo de Jesús en 2 Corintios 11:23-33. ¿Conoces a alguien que necesite escuchar tu historia? Dios lo sabe. Pídele que te muestre quién es esa persona.

Si nunca has compartido tu historia, empieza con estas tres frases: «este es quien era. Esto es lo que Jesús hizo por mí. Esta es quien soy ahora». Comparte tus tres frases hoy en los comentarios.

© 2023 por Sharon Jaynes. Todos los derechos reservados.


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