»Pero benditos son los que confían en el SEÑOR y han hecho que el SEÑOR sea su esperanza y confianza. Jeremías 17:7 (NTV)

Me pregunto cómo estas mismas manos que levanto al Señor en alabanza pueden tomar con tanta fuerza miles de preocupaciones.

Las lágrimas llenas de miedo a menudo marcan mi rostro cuando cedo una vez más al pensar excesivamente en algo y a la angustia, hábitos que se han vuelto demasiado conocidos para mí. Pronto estoy creyendo la noción equivocada de que aferrarme a mis preocupaciones de alguna manera asegura el bienestar de mi mundo.

Durante mucho tiempo, he mantenido cerca mis preocupaciones porque dejarlas ir se siente como darme por vencida. A menudo confundo la perseverancia con el manejo sin descanso de mi vida.

Recientemente derramé mi corazón ante Dios, anhelando conocer una vida en la que pudiera liberarme de mis intentos de administrar y sostener … y captar en cambio el alivio de confiar en Él.

Mientras buscaba dirección, una y otra vez, el Señor me regresaba a este pasaje escrito por el profeta Jeremías: “»Pero benditos son los que confían en el SEÑOR y han hecho que el SEÑOR sea su esperanza y confianza” (Jeremías 17:7).

Reflexioné sobre esas palabras tan familiares: “esperanza” y “confianza”, tratando de eliminarlas de mi lenguaje de escuela dominical, deseando que se volvieran extrañas a mi vocabulario para poder entenderlas de nuevo, como si fuera la primera vez.

En ese momento, me di cuenta de la frecuencia con la que había relegado estos poderosos sentimientos de esperanza y confianza segura en Dios a un plan de respaldo. Desde joven, el Señor ha tenido mi corazón, pero no siempre he vivido como si Él fuera mi fuente. Todo a lo que me aferro que no sea Él, muestra una confianza, mal depositada, en mí misma en lugar de en mi Dios.

Oh, amiga, en medio del ajetreo diario de la vida, puede ser fácil poner nuestra esperanza, sin querer, en cosas menores. A veces, nuestra respuesta automática es concentrarnos sin descanso en nuestras esferas de atención, olvidando que nuestra preocupación continua por sí sola es incapaz de brindar esperanza.

Sin embargo, el libro de Jeremías nos asegura que los que confían en el Señor “Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto” (Jeremías 17:8, NTV).

Amiga, cuando ponemos nuestra confianza en Dios, Él no solo atiende nuestras preocupaciones, también atiende nuestro espíritu. Incluso cuando el calor de nuestras circunstancias aumenta, cuando pareciera que meses de sequía separan nuestras preocupaciones de sus soluciones, podemos florecer, refrescadas por las profundidades de la provisión del Señor.

Dios me encontró en mi clamor por alivio ese día, recordándome tiernamente la libertad que encontramos cuando entregamos el contenido arrugado que sostenemos en nuestras manos a Su custodia, porque se puede confiar en el Dios de nuestras vidas con el cuidado de nuestras vidas.

Querida amiga, tus manos no fueron hechas para llevar todo el éxito, la seguridad y la estabilidad de tu mundo. Ven a la fuente de alivio, la tierra tranquila de la rendición. Encuéntrate con Dios en la pausa silenciosa de este momento, extiende suavemente tus palmas y entrégale tus preocupaciones.

Hay descanso en la calma tranquila de una vida de confianza, porque todas nuestras preocupaciones están seguras en la mano poderosa de Dios, quien es poderoso para hacer mucho más de lo que podemos pedir o imaginar (Efesios 3:20).

Amado Señor, gracias porque ninguna de mis preocupaciones es demasiado grande para ti. Por favor ayúdame a recordar que la confianza en Ti nunca está mal depositada. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 62:5, Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios, porque en él está mi esperanza. (NTV)

Colosenses 1:17, Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente. (NVI)

¿A cuáles preocupaciones te estás aferrando hoy? Cuando te sientas aferrada, tómate un momento para levantar las manos abiertas al cielo y entregar tus preocupaciones al cuidado del Señor.

Nos encantaría escuchar lo que piensas en los comentarios.

© 2023 por Brenda Bradford Ottinger. Todos los derechos reservados.

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