Como el SEÑOR le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve». Génesis 16:13 (NVI)
Aferrándome a mi cruz de bolsillo, susurré una oración simple pero desesperada: «por favor, Dios». Estas fueron las únicas palabras que me vinieron en medio de una temporada de pruebas interminables. Mi fe estaba siendo probada, y me preguntaba si Dios estaba ahí.
A veces la oración parece como si estuviéramos lanzando un deseo al aire, ¿no es así? Puede que hayas acudido a Dios y no te haya dado respuesta a tus necesidades más profundas. O quizás no sientas Su presencia. Dudas de que Dios te haya estado escuchando durante este tiempo. Sea lo que sea, todas nos podemos preguntar a veces, ¿Dios, estás ahí? ¿Acaso importan mis oraciones?
Esa fue la historia de Agar en Génesis 16. Ella corrió hacia el desierto, preparada para morir, y Dios vino a rescatarla. Cuando parecía que nadie la había visto, Dios sí la vio.
Generalmente, no se alude a Agar como una de las heroínas de la fe. La fama de Agar viene por ser la mujer que Saray, la mujer de Abraham, entregó a Abraham con la esperanza de que Agar concibiera un hijo para su familia. Dios había prometido dar un hijo a Abraham, pero ellos no confiaron en que Él proveería. Saray tomó cartas en el asunto. Cuando se supo que Agar estaba embarazada, los celos de Saray fueron demasiado fuertes para que las dos permanecieran bajo el mismo techo. Así que Agar huyó de aquel lugar (Génesis 16:1-6).
Hay un detalle interesante al final de Génesis 16. Después de huir por ser maltratada, Agar se encontró sola en un lugar desesperado, lo cual era particularmente peligroso para una mujer embarazada. Pero Dios la vio allí y no la dejó sola, no la ignoró ni la pasó por alto. ¿Cómo respondió Agar?
Génesis 16:13 dice, “«Como el SEÑOR le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve»”.
Esta es la primera vez que alguien le puso un nombre a Dios en la Biblia. El nombre que Agar usó para Dios en este versículo es El Roi en hebrero. Significa «El Dios que me ve». Mientras que Agar se sentía sola, los ojos del Señor estaban puestos en ella.
Agar nos ofrece una verdad esencial acerca de nuestra propia visibilidad bajo la mirada de un Dios que nos ama. Esta verdad de Agar es vital para proteger nuestros corazones frente a la soledad y el miedo que estamos tentados a sentir cuando nos preguntamos si Dios realmente escucha nuestras oraciones. En nuestros momentos más bajos y oscuros, cuando parece que Dios está ausente y nos ignora, Él está ahí. Escuchando. Amando. Viendo. Y brindándonos siempre exactamente lo que necesitamos.
Amiga, los ojos de Dios no solamente ven todas las cosas, sino que Sus ojos están puestos en ti. Tal y como Agar nos enseña, nuestro Dios es el Dios que ve. El Roi te ve, y cuando oras, estás orando al Único que te ama y te escucha. Él quiere que te acerques a Él.
Dios, gracias por amarme y verme justo donde estoy, tal como viste a Agar. Ayúdame a acercarme a Ti con confianza, sabiendo que Tú ves cada detalle de mi vida y que todo Te importa. Puedo descansar en Tu amor por mí y confiar en Ti hoy y mañana. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 34:15, Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus clamores (NVI)
¿Te cuesta aceptar que Dios te ve y te escucha? ¿Por qué sí o no? ¿Cómo te anima conocer la historia de Agar hoy?
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© 2023 por Ruth Schwenk. Todos los derechos reservados.
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