Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:16-18 (NBLA)

Entrecierro los ojos mientras decido si es hora de levantarme. Mi teléfono me deslumbra indicando la hora: 4:34 a.m. Demasiado temprano. Aún así, siento que he estado orando, acostada en mi cama por horas.

He estado intentando practicar las palabras del Apostol Pablo: “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Estoy orando desesperadamente por familiares enfermos, amigas con dificultades y el estrés de un futuro incierto.

Hay algo más que es una constante: el cansancio de mi corazón. Solo sé que estoy exhausta. ¿Es esto lo que Pablo tenía en mente? Esto de “orar sin cesar”, con mis cargas creciendo a cada minuto, no se siente como la voluntad de Dios para mí.

En la carta de Pablo para la iglesia de Tesalónica, él les ordenó que oraran constantemente, pero esta era solo una de sus directrices. “Orar sin cesar” está rodeado de otras indicaciones que nos ayudan a buscar al Señor. De hecho, está justo en medio de otros dos mandatos:

Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:16-18, con énfasis añadido).

El tercer mandato “Den gracias en todo” me ha dejado perpleja la mayor parte de mi caminar con Cristo. No puedo decir que haya practicado el dar gracias en todo; parece demasiado. ¿Se supone que debo alabar a Dios en medio de mi aflicción?

Pablo propone que la alabanza debe ser parte de cada oración que salga de nuestros labios. La alabanza es la parte empoderadora de la oración. Cuando elegimos alabar a Dios con nuestras oraciones, ponemos nuestras cargas en las manos de Aquel que puede sostenerlas. El agradecimiento nos ayuda a cambiar el foco de nuestros problemas a Aquel quien es fiel, capaz y está en control.

Unos versículos después, Pablo nos dice por qué debemos dar gracias en todo: “Fiel es Aquel que los llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24, NBLA). Así es como puedo adorarle, y tú también puedes hacerlo. Podemos alabarle mientras oramos porque sabemos que Él es fiel. En el pasado Él ha demostrado Su fidelidad a Su pueblo, a ti y a mi. En Su sabiduría, Él hará lo que sabe hacer.

Ahora bien, he iniciado una nueva práctica mientras oro. Le pido a nuestro Padre, expresando mis necesidades, y luego le alabo por Su fidelidad. Leo la Escritura en voz alta, lo cual me ayuda a agradecerle a Dios por Su grandeza, majestad, confiabilidad y santidad. Mientras declaro la grandeza de mi Dios a través de la alabanza, en vez de solo recitar una y otra vez mis tristezas ante Él, mis cargas se vuelven más ligeras.

Dar gracias mueve nuestras cargas a los hombros de Dios, quien puede hacer lo imposible.

Dios de imposibles, Tú conoces las cargas que estoy llevando. Hoy, cambio de soportar mis cargas a agradecerle a Aquel quien es fiel. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

1 Corintios 1:9, Fiel es Dios, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. (NVI)

Salmo 36:5, SEÑOR, tu fiel amor llega hasta el cielo, tu fidelidad hasta las nubes. (PDT)

¿Alguna vez se te ha dificultado la idea de orar sin cesar? ¿Qué crees que esto signifique?

¿Cómo crees que sea el impacto de incorporar el agradecimiento en tus conversaciones con el Señor en tu relación personal con Él? ¿Cómo podría impactar tu vida diaria? Comparte con nosotras en los comentarios.

© 2024 por Lynn Cowell. Todos los derechos reservados.

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