Dios bendijo el séptimo día y lo santificó porque en ese día descansó de toda su obra creadora. Génesis 2:3 (NVI)
A veces he luchado fuertemente con la “ansiedad del domingo”: la ansiedad por la carga de trabajo que deparará la próxima semana. Me he preguntado acerca de un desafío al que se enfrenta mi hijo, cómo se desarrollará cierta conversación en el trabajo o si esa factura se pagará a tiempo.
Desde niña, me enseñaron a dejar de trabajar el domingo como día de reposo porque Dios descansó después de crear el mundo durante seis días (Éxodo 20:8-11). Pero incluso cuando pasaba el día relajándome, la ansiedad del domingo me encontraba por la noche. Me preguntaba si estaba honrando el día de reposo correctamente.
A través del estudio de la Biblia, descubrí que mis hábitos dominicales surgieron de una lectura moderna de este libro antiguo y sagrado. El pueblo de Dios que vivió en los tiempos del Antiguo Testamento entendió el mandamiento de honrar el sábado de Dios de manera diferente a como lo entendemos hoy. En su cultura, el descanso representaba la postura de gobernar y reinar. El antiguo Israel habría imaginado a Dios sentado en Su trono, haciéndose cargo activamente de Su mundo recién creado, en el primer sábado (Salmo 132:14).
Cuando Dios descansó el séptimo día, no estaba sentado como un trabajador cansado de la semana laboral. En cambio, estuvo posicionado como un Rey listo para reinar. Creó durante seis días e hizo cosas buenas porque Él es bueno. Luego se sentó coronado sobre la creación, y la declaró completa y perfecta:
“Dios bendijo el séptimo día y lo santificó porque en ese día descansó de toda su obra creadora” (Génesis 2:3).
Génesis 2:3 no se trata sobre el agotamiento ni la siesta; más bien comunica que un Dios bueno y digno de confianza tiene el control. Él tiene todo bajo control.
Los israelitas de antaño dirían que descansamos porque Dios está sentado en Su trono y reina sobre Su creación. El sábado, entonces, se trata de honrar el reino de Dios. Una vez a la semana, nuestras almas descansan especialmente en el reconocimiento de que Dios está a cargo. Recordamos que Él es un buen Creador que inventó el concepto de florecer. Nuestras almas dirigen la lucha por el descanso, insistiendo en encontrar la paz en el gobierno confiable de Dios, y luego nuestros cuerpos y mentes las siguen.
Durante años, pensaba que el sábado significaba que, si descansaba, podría manejar mejor la semana. Pensaba: bueno, si Dios necesitaba un descanso, seguramente yo también. Estaba tratando de guardar el sábado imitando a Dios. Lamentablemente, estaba concentrada en mi reino y en mi semana por venir, descansando en preparación para dirigir mi espectáculo.
Pero si solo nos concentramos en dejar nuestro trabajo, seguir nuestras reglas y marcar nuestras casillas, nuestras almas seguirán agotadas por nuestras preocupaciones, y la ansiedad del domingo terminará saliéndose con la suya.
Encontramos el don del sábado cuando volvemos a orientarnos hacia Dios, volvemos a dedicar nuestra confianza en Él y reflexionamos sobre Su confiabilidad.
¿Dónde estás luchando por confiar en la bondad de Dios? Acojamos el privilegio de honrar Su reinado. Entonces podremos descansar seguras de que sí, Él todavía tiene todo bajo control.
Señor, vemos la bondad de Tu creación hermosa y sabemos que refleja Tu buen carácter. Estamos agradecidas de que estés a cargo y gobernando. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 132:14, «Este será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo. (NVI)
¿Qué es lo más importante que te preocupa o te inquieta? Trata de pasar el próximo día de reposo ofreciéndolo a Dios cada vez que se te viene a la mente. Visualízate colocándolo en el trono de Dios, o tal vez mirar un árbol imponente o un amanecer vívido (la creación de Dios) como un recordatorio de rendirte. Recuerda: nuestro buen Dios está gobernando, y Él tiene todo bajo Su control.
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© 2024 por Rachel Booth Smith. Todos los derechos reservados.
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