Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, quien era rico y por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos. 2 Corintios 8:9 (NVI)
¿Alguna vez te has encontrado deseando que la vida desacelere, solo para sentir que estás atrapada en un ciclo donde vives una temporada caótica tras otra mientras te sientes presionada a añadir más cosas a tu calendario?
Si es así, ¡no estás sola! Como esposa y madre de cinco hijos, a menudo me siento de esta manera.
Recientemente, mi familia entera (7 miembros) contrajo neumonía por micoplasma. Fue una de las temporadas más duras que he atravesado. Dos de nuestras hijas estuvieron hospitalizadas durante un total combinado de una semana, mi esposo usó todos sus días de vacaciones y yo estaba tan cansada que mi neumonía regresó incluso peor por segunda vez. Lo único que quería era descansar y ver mejorar a mi familia para que no nos perdiéramos el verano.
Algo que el Señor me enseñó durante esa experiencia fue que mirar la vida a través de los lentes de la gratitud me ayuda a descansar en Él, reenfocarme y no quedarme atrapada en el descontento de las circunstancias. Me resultaba fácil desear que las cosas estuvieran más tranquilas, menos estresantes y menos agotadoras, pero Dios suplió lo que necesitaba, y hubo tantas bendiciones por las que agradecerle a lo largo del camino.
El enemigo quiere que estemos ansiosas, distraídas y temerosas de perder algo. A veces podemos llegar a estar tan consumidas y descontentas con la vida que terminamos perdiéndonos por completo lo más importante de todo: nuestra relación con Jesús.
Practicar la gratitud nos puede recordar cuánto tenemos realmente, incluso cuando nuestras medidas físicas nos dicen que nos falta algo. Como hijas de Dios, a través de Jesús, tenemos una herencia que no es de este mundo (Efesios 1:11-14). Espiritualmente, somos ricas más allá de lo que podemos imaginar y bendecidas sin medida. Dios nos ha dotado de todo lo que necesitaremos para prosperar (Filipenses 4:19). Lo único que tenemos que hacer es pedir y recibir.
Si actualmente te sientes atrapada en una temporada ocupada de ansiedad y caos, quiero que sepas que hay una provisión inagotable de lo que necesitas: ¡paz, descanso, contentamiento, alegría, esperanza y amor!
Puede que la vida no desacelere ni nos espere, pero no estamos solas. En el caos, en las situaciones estresantes y en las demandas de la vida cotidiana, Jesús está ahí mismo esperando en medio, ¡ofreciéndonos una invitación personal a entrar en descanso y contentamiento a Sus pies!
Padre Celestial, ¡muchas gracias por prometer darnos todo lo que necesitamos! Gracias por proveernos paz y descanso cuando la ansiedad y el temor nos dicen que es imposible. Gracias por Tu contentamiento y alegría cuando empezamos a preocuparnos de que podemos perder algo. Gracias por la esperanza y el amor cuando la desesperación y la amargura intentan infiltrarse. Dios, ¡Eres tan bueno con nosotras! En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Filipenses 4:19, Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. (NVI)
¿Cómo puedes replantear la gratitud como una invitación, no como una obligación, en tu propia vida esta semana?
Recuerda una temporada estresante del pasado reciente. ¿Cómo viste el amor y el cuidado de Dios durante esa temporada? Comparte con nosotras
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